Un hecho impactante ocurrió en el Aeropuerto Internacional José Martí: agentes de la Aduana General de la República de Cuba interceptaron un intento de introducir cocaína al país, ingeniosamente oculta en una lata de atún y en la estructura de una maleta.
El vicejefe primero de la Aduana, Wiliam Pérez González, fue la persona que informó, a través de su cuenta en X (Twitter), que la droga se halló en una lata. En el tuit, el funcionario publicó una foto de una lata abierta con droga en su interior y otras nueve latas similares, aunque no se precisó si todas contenían sustancia ilícita, pues estas últimas estaban cerradas.
El descubrimiento se realizó gracias al trabajo conjunto entre la Aduana y el Órgano Antidrogas, en un operativo que evidenció una vez más el uso de métodos creativos para el tráfico, incluyendo desde gominolas y duchas eléctricas hasta figuras religiosas o el cuerpo humano.

Aunque el funcionario no indicó de que país provenía la persona que intentó introducir la cocaína en latas de atún, llama mucho la atención que este caso fue conocido simultáneamente con otro procedimiento de seguridad ocurrido y detectado en el Aeropuerto Internacional de Miami, en Estados Unidos, ocurrido el pasado 25 de julio.
Se trata de un cubano residente en EE.UU. que viajaba hacia Cuba fue detenido por la TSA (Administración de Seguridad en el Transporte) cuando se descubrió que llevaba 64 balas de punta hueca escondidas dentro de un envase de Nesquik sabor fresa. Las municiones estaban cuidadosamente envueltas en un guante de goma y enterradas en el polvo del producto, un método claramente violatorio de las normas de seguridad aérea, según indicó el periodista Mario J. Pentón en su cuenta de Instagram.
El contraste entre ambos hallazgos —una cocaína en atún hacia La Habana y balas ocultas en un envase de Nesquik desde EE.UU.— refleja no solo la sofisticación de los métodos empleados para el contrabando, sino también hasta qué punto se arriesgan quienes perpetran estas acciones. Si bien en EE.UU. portar municiones es legal bajo ciertas condiciones, camuflarlas en productos alimenticios constituye una infracción grave. En el caso de este cubano, que apenas tiene residencia en los Estados Unidos, es muy probable que vea esta revocada y sea deportado a la isla.
En Cuba, los funcionarios enfatizan que mantienen una política de “tolerancia cero” frente al narcotráfico, y que estos hechos refuerzan la necesidad de vigilar de manera exhaustiva todos los envíos y equipajes que ingresan al país, pero la simultaneidad de estos incidentes pone de relieve un patrón alarmante: el tráfico de sustancias peligrosas, ya sean estupefacientes o armas, está adoptando formas cada vez más insólitas.
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