En Miami, los flamencos, pelícanos y loros quizás sean más exóticos, pero en los últimos años quienes realmente han tomado el mando en las calles no tienen alas coloridas ni cuellos largos. Son gallos, gallinas y pollitos los que hoy se pasean con absoluta impunidad por barrios como La Pequeña Habana, Wynwood o Little Haiti. E incluso entre los edificios de gobierno en pleno downtown. Según The Associated Press, esta invasión aviar ha convertido a los gallos en una especie de mascota no oficial de la ciudad.
Para algunos, el cacareo a las 4 de la mañana es un ruido molesto. Para otros, es un símbolo cultural que conecta a la comunidad con sus raíces rurales, especialmente entre quienes llegaron desde Cuba y otras zonas de América Latina. Paul George, historiador del HistoryMiami Museum, explicó a la AP que estos animales siempre han formado parte del entorno doméstico de muchas familias, y su presencia libre en la ciudad es una extensión natural de ese vínculo.
Pero la verdadera apropiación simbólica ocurrió en 2002, cuando comenzaron a aparecer estatuas de gallos de fibra de vidrio de casi dos metros de alto a lo largo de la Calle Ocho. Diseñadas por el artista Pedro Damián, estas esculturas coloridas celebran el alma cultural de La Pequeña Habana y son hoy uno de los spots turísticos más fotografiados del área.
«Los vecinos los han acogido», asegura a la AP Jakelin Llaguna, propietaria del Little Havana Visitors Center. Su tienda está repleta de camisetas, gorras y hasta imanes con gallos. Para ella, su canto matutino simboliza renovación, como la que vivieron los exiliados cubanos al asentarse en el barrio.
Sin embargo, el futuro de estas aves podría no ser tan seguro. George teme que la gentrificación y la presión por parte de nuevos residentes, menos tolerantes al bullicio matutino, podrían amenazar su existencia. Y no ayuda que la normativa municipal y del condado de Miami-Dade no tenga claro si estos animales pueden o no vivir libremente en zonas residenciales.
Por más que le pese a muchos no podemos desechar lo que es obvio: el gallo es un símbolo cultural de Miami. No «de gratis» se vio representado en el 2018 cuando se creo la bandera para La Pequeña Habana. ¡Y no sin ruido!
El diseño, que fusiona las banderas de Cuba y Estados Unidos con un gallo en el centro y una frase que reza «Little Havana, U.S.A, la que tiene libertad», fue criticado por muchos en redes sociales por su estética y simbolismo. Algunos lo calificaron de «kitsch» y «la bandera más fea que he visto en mi vida», mientras que otros lo defendieron como un emblema de la identidad cubanoamericana .
Mientras tanto, mientras el tiempo va y viene, los gallos siguen paseándose, posando para turistas y despertando a más de uno antes del alba. Y aunque algunos los tachen de molestos, para otros son simplemente eso: el alma cacareante de La Pequeña Habana.
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