El paso de Francis Suarez por la alcaldía de Miami fue, sin duda, beneficioso para Francis Suarez. La pregunta que recorre el balance de su gestión —planteada por el Miami Herald— es si también lo fue para la ciudad. Tras ocho años como alcalde y dieciséis en cargos electos, Suarez deja un Miami transformado, más visible en el mapa global, pero también más caro, desigual y marcado por controversias éticas, según el retrato elaborado por la periodista Tess Riski en un extenso reportaje publicado en diciembre de 2025 .
Suarez saltó a la fama nacional en 2020 con un tuit que ofrecía Miami como el próximo Silicon Valley. Desde entonces se autodefinió como el “Bitcoin mayor” y convirtió su cargo en una plataforma de proyección internacional. Durante la pandemia, la ciudad atrajo capitales, empresas tecnológicas y residentes ultra ricos, una ola que él celebró y fomentó. En paralelo, su propio patrimonio creció de forma notable: salió de deudas, acumuló más de una docena de trabajos externos y alcanzó un patrimonio estimado en 5,3 millones de dólares.
Ese ascenso personal vino acompañado de un estilo de gobierno atípico. Suarez viajó con frecuencia, cultivó relaciones con figuras como Donald Trump, Jeff Bezos y el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman, y organizó eventos de alto perfil como el America Business Forum. Sus críticos, incluidos rivales políticos y analistas, coinciden en que fue un alcalde hábil para el marketing, pero cuestionan su presencia cotidiana en la gestión de la ciudad, calificando su liderazgo como “ausente” o “hueco en el fondo”.
El propio Suarez rechaza esa caracterización. Defiende que su rol fue visionario y que Miami mejoró bajo su mandato, citando una reducción del sinhogarismo, crecimiento del salario medio y bajadas de impuestos. También destaca proyectos emblemáticos como Miami Freedom Park y la llegada de grandes eventos internacionales. Para él, el crecimiento acelerado era inevitable en una ciudad atractiva y abierta al mundo.
Sin embargo, expertos urbanos citados por el Miami Herald describen a la Miami actual como una “ciudad de dos realidades”: mientras una élite cada vez más rica se instala, la mayoría de los trabajadores enfrenta alquileres inalcanzables y escasas oportunidades de acumulación de riqueza. A esto se suman los escándalos de su segundo mandato, especialmente la revelación de que cobraba 10.000 dólares mensuales como consultor de un desarrollador que buscaba aprobaciones municipales, un caso que derivó en investigaciones federales —aunque Suarez niega haber cometido irregularidades y no ha sido acusado.
Al entregar el cargo a Eileen Higgins, primera mujer y primera demócrata electa alcaldesa en décadas, Suarez deja una figura difícil de clasificar: un alcalde-celebridad que llevó a Miami a las grandes ligas simbólicas, pero cuyo legado sigue abierto a debate sobre a quién benefició realmente esa transformación.
