En un contexto de creciente consumo y tráfico de drogas en Cuba, el sistema judicial del país ha impuesto sentencias ejemplarizantes para quienes se dedican a estas actividades ilícitas. La reciente condena solicitada para Osleyvis Alexey Tejeda González, acusado de comercializar marihuana, hachís y el cannabinoide sintético conocido como «el químico», refleja la política de «tolerancia cero» del gobierno cubano. Este caso no es aislado, sino parte de una estrategia mediática y judicial para combatir un problema que, según las autoridades, amenaza a la sociedad cubana.
El caso de Osleyvis Alexey Tejeda González en La Habana
Tejeda González enfrentó un juicio en el que la Fiscalía presentó «pruebas contundentes» de su participación en el tráfico de drogas. Según el reporte de Tribuna de La Habana, al ser detenido, se le encontraron 24 envoltorios de marihuana y pequeñas cantidades de ADB-Butinaca, el principal componente del peligroso «químico». En un registro domiciliario posterior, se incautaron más drogas, sumas significativas de dinero, y herramientas para procesar y empaquetar las sustancias ilícitas, como pesas digitales y tijeras. La Fiscalía solicitó una pena de 20 años de cárcel, destacando que el juicio se desarrolló respetando las garantías constitucionales.
Un problema creciente en la isla
El tráfico y consumo de drogas, particularmente de «el químico», ha aumentado en Cuba en los últimos años. Esta sustancia, elaborada con cannabinoides sintéticos y de fácil transporte por su presentación en papeles impregnados, se ha convertido en una de las drogas más lucrativas en el mercado negro cubano. Según las autoridades, con apenas 5,36 gramos de esta droga pueden elaborarse hasta 1.783 dosis, generando ingresos de entre 150 y 200 CUP por dosis.
El coronel Juan Carlos Poey Guerra, jefe del Departamento Antidrogas del Ministerio del Interior, ha señalado que municipios como Marianao, Arroyo Naranjo y La Lisa en La Habana son los principales focos del tráfico de drogas. Sin embargo, también subrayó que el problema no es solo local, ya que gran parte de las drogas provienen del extranjero, en particular de Estados Unidos, y llegan a la isla a través de métodos como «recalos» en las costas cubanas, según una nota publicada por el diario 14ymedio, que también se hace eco al caso de Osleyvis.
Condenas ejemplarizantes y prevención
La respuesta judicial ha sido contundente. En Camagüey, un recluso fue sentenciado a 19 años de prisión tras ser sorprendido introduciendo «el químico» en una cárcel durante un pase penitenciario. El tribunal consideró la gravedad del delito y la potencial distribución de hasta 54 dosis de esta droga, cada una valorada en 350 CUP, señala el diario ofcialista Adelante.
Además de estas sentencias, el gobierno ha intensificado operativos en aeropuertos y zonas urbanas, utilizando tecnologías avanzadas y cooperación internacional para detectar y detener el contrabando de drogas. Sin embargo, las medidas preventivas parecen insuficientes, ya que el consumo sigue en aumento, afectando especialmente a los jóvenes.
Un llamado a la denuncia ciudadana
Ante este panorama, las autoridades insisten en la importancia de la denuncia ciudadana como herramienta para combatir el tráfico de drogas.
En programas televisivos, figuras del oficialismo como Humberto López han pedido a la población que informe sobre cualquier actividad sospechosa relacionada con estupefacientes. Sin embargo, casos como el del activista Alberto Turis Betancourt, detenido por protestar contra la venta de drogas en su barrio, evidencian la falta de coherencia en la implementación de estas políticas.
Mientras las drogas como «el químico» siguen devastando comunidades y enriqueciendo a traficantes, las autoridades cubanas enfrentan un desafío creciente: demostrar que su estrategia de «tolerancia cero» es más que un lema y lograr resultados tangibles en la lucha contra este flagelo.
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