Famosísimo youtuber Jack Doherty es arrestado en Miami Beach por obstruir el tráfico y portar «cositas» encima

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El «lujo» de ser arrestado por los oficiales de Miami Beach, le sirvió – no lo duden – a Jack Doherty para continuar haciendo ruido en las redes, general contenido, conseguir views, likes y followers.

En Miami Beach, la escena de un influencer grabando contenido en plena calle ya casi no sorprende a nadie. Pero esta vez el guion terminó en algo más que un video de pocas horas de vida en redes: terminó en un arresto por drogas y resistencia a la autoridad. Jack Doherty, youtuber de 22 años y una de las caras más reconocibles del contenido de “pranks” y ostentación de lujo, fue detenido tras bloquear el tráfico en el distrito de entretenimiento mientras grababa su última pieza “viral”.

Según el informe policial, todo comenzó alrededor de las tres de la mañana, cuando los agentes patrullaban la zona de Washington Avenue y encontraron varios vehículos detenidos porque un grupo, encabezado por Doherty, ocupaba la vía para filmar. Los oficiales ordenaron repetidamente que se apartaran a la acera, pero Doherty habría insistido en terminar lo que describía como una apuesta o reto para sus seguidores. En videos que luego circularon en redes se le ve bromeando con los policías, incluso desafiándolos de forma burlona, hasta que la paciencia se agotó y lo pusieron bajo arresto.

El incidente dejó de ser solo un problema de tránsito cuando, durante el registro, los agentes hallaron en su poder medio comprimido anaranjado que, de acuerdo con el reporte preliminar, sería una anfetamina de lista II, además de unos cuatro gramos de cannabis liado en cigarrillos. Esa combinación derivó en tres cargos: posesión de una sustancia controlada, posesión de menos de 20 gramos de marihuana y resistencia a un oficial sin violencia.

Doherty fue trasladado al Turner Guilford Knight Correctional Center, en el condado de Miami-Dade, donde quedó fichado y pasó varias horas bajo custodia. Registros judiciales señalan que se le impuso una fianza de 3 500 dólares, que terminó pagando para salir de la cárcel la misma noche.

Aunque para muchos su nombre puede sonar lejano, en internet Doherty es una pequeña industria: suma decenas de millones de seguidores entre YouTube, TikTok e Instagram, y ha construido su marca sobre una mezcla de bromas agresivas, exhibición de riqueza y una sensación constante de impunidad juvenil.

El arresto en Miami Beach no llega en un vacío. En octubre de 2024 ya había sido noticia tras destrozar un McLaren valorado en unos 200 000 dólares mientras transmitía en directo y enviaba mensajes desde el teléfono, un episodio que le costó el veto en la plataforma de streaming Kick. Más recientemente, su matrimonio relámpago con la creadora de contenido para adultos McKinley Richardson, emitido como espectáculo en Las Vegas, acabó en ruptura pública salpicada por acusaciones de manipulación y decisiones tomadas “por contenido”.

En esta ocasión, el choque con la policía añade un matiz distinto: ya no se trata solo de un joven imprudente que lleva demasiado lejos sus bromas, sino de un expediente penal que incluye drogas y desobediencia a la autoridad. Voceros de la policía de Miami Beach subrayaron, en declaraciones a medios locales, que bloquear el tráfico para grabar videos no es una travesura inocente, sino un riesgo directo para conductores y peatones, y recordaron que las reglas de seguridad vial se aplican por igual a cualquier ciudadano, tenga o no millones de seguidores.

Fiel a su estilo, Doherty no tardó en capitalizar el episodio: ya en libertad, publicó contenido refiriéndose a su paso por la cárcel, enseñando su foto de ficha policial como un trofeo más en la vitrina de su narrativa de “chico polémico” que siempre cae de pie.

Queda por ver cómo avanzará su caso en los tribunales de Miami-Dade y si la justicia tratará este episodio como una llamada de atención seria o como una nota más en la larga lista de extravagancias de la cultura influencer. De momento, el mensaje es claro: en la frontera cada vez más difusa entre espectáculo y vida real, la policía de Miami Beach ha recordado que las calles no son un set de grabación y que el “contenido” deja de ser juego cuando aparecen drogas, esposas y un expediente penal.

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