El reciente fallecimiento del comandante Julio Camacho Aguilera ha sacado a la luz revelaciones sorprendentes sobre su papel en la búsqueda de un tesoro histórico en las cuevas de Guanahacabibes, Pinar del Río. Según la ingeniera ucraniana-canadiense y buscadora de tesoros Paulina Zelitsky, este militar cubano lideró la misión que culminó en el hallazgo del mítico tesoro de la Catedral de San Ildefonso de Mérida, México. Lo más intrigante: habría sido vendido en secreto al Vaticano.
En el momento que Camacho Aguilera falleció, se dijo que habría muerto sin encontrar el tesoro que tanto buscaba. Sin embargo, ahora, tras su muerte, Paulina ha revelado a Diario de Cuba esta otra verdad: Camacho Aguilera sí encontró el tesoro, aunque no parece haberle tocado ni una medallita.
Zelitsky, autora de Días de perro en Cuba, confirmó en una entrevista reciente que la trama de su novela, aunque presentada como ficción, se basa en hechos reales. Según la ingeniera, Camacho Aguilera fue enviado por Fidel Castro para localizar el tesoro que frailes franciscanos ocultaron en el siglo XVII. Las expediciones involucraron tanto a arqueólogos cubanos como a emisarios del Vaticano. La autora sostiene que la colaboración con el Vaticano incluyó un acuerdo para trasladar el tesoro a Roma, a cambio de una compensación económica y una histórica visita de Juan Pablo II a Cuba.
El comandante Camacho, conocido por su carácter humilde y popularidad entre el pueblo cubano, había caído en desgracia política tras mostrar simpatías por la Perestroika soviética. Como “castigo”, Castro le asignó esta misión, aparentemente imposible, que finalmente resultó exitosa. Según Zelitsky, la participación de su perro, Benz, entrenado para detectar metales, fue clave en el hallazgo.
Aunque este hallazgo permanece en el terreno del secretismo, Zelitsky afirma que varias figuras involucradas confirmaron los hechos, incluyendo a Argelio Suárez Díaz, un estrecho colaborador de Camacho. La Iglesia Católica, conocida por su opacidad financiera, y el régimen cubano, aún más hermético, no han emitido declaraciones al respecto.
Es muy probable que, dado el poco interés investigativo de los periodistas cubanos, y el modo de desprecio y ninguneo con el que son tratados a menudos por todos lados, recibiendo varapalos de tirios y troyanos, el oficialismo no confirme el hallazgo del tesoro.
La muerte de Camacho Aguilera cierra un capítulo en la historia de Cuba, pero deja abiertas muchas preguntas sobre este enigmático tesoro y su relación con dos de las instituciones más poderosas del mundo.
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