La ilusión de unas vacaciones en el trópico terminó en tragedia para Matilde “Mati” Muñoz Cazorla, una española de 72 años cuyo cuerpo fue hallado este sábado por la noche enterrado en una playa de Senggigi, en la isla indonesia de Lombok. La localización se produjo alrededor de las 21:30 hora local (18:00 en España) y, según relata su familia y recogen medios españoles, se cerraba así una búsqueda de dos meses que había comenzado a finales de junio, cuando se perdió su pista.
Muñoz se alojaba desde marzo en el hotel Bumi Aditya, a unos 600 metros del lugar donde finalmente fue encontrada. Conocía la zona —viajaba con frecuencia a Lombok y, según conocidos, incluso impartía clases de español— y consideraba aquel enclave costero como una segunda casa. La desaparición se denunció en redes y programas de televisión en España, una exposición pública que, de acuerdo con su entorno, contribuyó a que las autoridades locales intensificaran las pesquisas.
Las primeras conclusiones de la investigación policial, difundidas por la prensa española citando fuentes en Lombok, apuntan a un robo con violencia como móvil del crimen. La cifra resulta tan escalofriante como humillante: 156 euros. “Ha sido por unos cochinos euros”, lamenta la familia, que habla de devastación, pero también de alivio por haber recuperado el cuerpo y empezar a conocer qué ocurrió en las últimas horas de la mujer.
En esa misma línea informativa, se señala que empleados del establecimiento habrían estado implicados desde el principio. Algunas de las pertenencias de Mati, siempre según esas fuentes, aparecieron en contenedores de basura vinculados al hotel, extremo que habría centrado la atención de los investigadores sobre parte del personal. Por el momento, no han trascendido cargos firmes ni identidad de los sospechosos, y rige la presunción de inocencia.
El hallazgo del cadáver de Muñoz llegó pocos días después de que se localizara otro cuerpo sin vida en esa misma localidad costera, a 20 minutos en coche de distancia, un encadenado de sucesos que inquieta a residentes y turistas.
En redes sociales, algunos viajeros con experiencia en la zona describen un destino amable y tranquilo; otros, en cambio, recuerdan robos, asaltos y estafas que han circulado durante años en foros de mochileros y guías informales. El debate derivó incluso en confusiones geográficas —con alusiones a Tailandia, cuando Lombok pertenece a Indonesia— y en reproches cruzados sobre la seguridad al viajar solo o en la elección de alojamientos baratos frente a establecimientos con mayores estándares de control; o incluso de, viajar al extranjero, teniendo España tantos lugares bonitos de los cuales disfrutar, ahorrándose así el viajero cientos o hasta miles de dólares.
La familia de Mati, que durante semanas denunció falta de reacción por parte de autoridades locales y diplomáticas, recibió una ola de solidaridad. Numerosos mensajes reclaman justicia ejemplar y transparencia total en el proceso. En paralelo, voces del sector turístico insisten en que la percepción de seguridad es un activo crítico para destinos como Lombok, cuya economía depende en gran medida de sus playas y del flujo de visitantes extranjeros.
Más allá de la conmoción, expertos en viajes recuerdan pautas básicas que, si bien no eliminan el riesgo, ayudan a mitigarlo: comunicar itinerarios y horarios a terceros, limitar el uso de efectivo y dividirlo en lugares distintos, evitar rutinas predecibles, usar cajas fuertes certificadas, no exhibir cantidades de dinero ante personal o extraños, y priorizar hoteles con protocolos claros de registro, cámaras en zonas comunes y vigilancia verificada. En estancias largas, recomiendan además conservar copias digitales de documentación y medios de pago, y mantener contacto periódico con la familia para detectar silencios anómalos.
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