Una misa en La Habana, una imagen al costado del altar y un puñado de artistas en silencio. Así se conmemoró el centenario de Celia Cruz en su propia tierra, mientras el Estado cubano guardaba mutismo y las instituciones culturales frenaban cualquier homenaje público. En medio de ese clima, el músico Alain Pérez, ganador de un Grammy Latino, rompió la prudencia y calificó el veto oficial como “lastimoso”.
Sus declaraciones a la agencia EFE, tras la ceremonia religiosa dedicada a la Reina de la Salsa, resonaron dentro y fuera de la isla. “Es lastimoso (la censura). Y por la parte muy personalmente creo que cometen un error las instituciones a estas alturas del mundo de tratar de cegar y limitar el significado de Celia”.
“No puedo decir mucho más porque no es un misterio y no es nada que no sepamos los que estamos claros de esta situación”, dijo el artista, dejando en el aire una crítica que muchos comparten, aunque pocos se atreven a verbalizar.
El gesto de Pérez no fue menor. En un país donde el nombre de Celia Cruz permanece silenciado en los medios estatales, hablar de su legado sigue siendo un acto de resistencia cultural. Para él, impedir homenajes a la artista más universal de Cuba equivale a negar parte de la historia colectiva. La misa, celebrada en una iglesia habanera, fue el único tributo permitido; una celebración sencilla, pero cargada de simbolismo.
Esta fue apenas la segunda misa dedicada a la cantante en la isla. La primera tuvo lugar en 2016, por su 91.º aniversario, en la Parroquia de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre. Ocho años después, la escena se repite, casi en secreto, como un ritual que busca mantener viva la memoria de quien, aun sin regresar físicamente, nunca se fue del todo.
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El veto institucional también alcanzó a otros intentos de homenaje. El Centro Nacional de Música Popular, dependiente del Ministerio de Cultura (MINCULT), canceló una gala organizada por el grupo teatral El Público en la Fábrica de Arte Cubano (FAC), prevista para el 19 de octubre. La nota publicada en Facebook fue escueta: “La presentación del grupo de teatro El Público, prevista para este domingo 19, a las 8:30 p.m., en la Nave 3 de Fábrica de Arte Cubano, no se realizará”. Ninguna explicación acompañó la decisión.
Sin embargo, la FAC decidió no quedarse quieta. En el espacio donde debía celebrarse la gala, una silla vacía permaneció iluminada durante una hora, seguida por la reproducción de los temas más icónicos de Celia Cruz. Fue un gesto silencioso, pero contundente. Mientras las emisoras estatales continúan prohibiendo su música, esa luz en el escenario pareció decir lo que la burocracia intenta callar: que Celia sigue ahí, brillando donde no la dejan sonar.
