“El papel de la prensa cubana”: rara autocrítica en Perlavisión desata más ruido en redes que en pantalla

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Los periodistas dijeron – sin decirlo – que el papel de la prensa en Cuba es un desastre. Hay censura, autocensura, miedo, y si cruzas la línea, te sancionan.

No pusieron ejemplos concretos de hechos y periodistas sancionados, lo cual pudieran hacerlo en un segundo programa (si los dejan)

Un inusual debate sobre el rol de la prensa estatal en Cuba —emitido por el magazine Impacto del telecentro Perlavisión (Cienfuegos)— terminó generando más conversación en Facebook que en los propios canales oficiales, a juzgar por varias fuentes desde la provincia de Cienfuegos. De las cuatro fuentes consultadas, tres dijeron ni siquiera haber visto el programa. Y mucho menos haber escuchado a alguno de los que en él participaron, hacer «catársis» con el asunto. Los cuatro, son vecinos de dos de ellos.

En el set estuvieron el moderador Boris García Cuartero y los periodistas Jorge Domínguez Morado y Luzdeibys González Forcades, quienes verbalizaron, con una franqueza poco habitual en la TV local, varias de las dolencias crónicas del sistema informativo: tardanzas, “muros” y miedo a las consecuencias.

Desde el arranque, García Cuartero, quien estaba en el programa sustituyendo al moderador habitual, pidió hablar sin eufemismos: “quedamos en un segundo plano… la prensa, vamos a decirlo así, la prensa oficial”—dijo—aludiendo a la competencia de las redes y a la costumbre de salir “a la riposta” solo cuando hay una línea ideológica que defender. González Forcades remató: “tenemos muros en la prensa… y todavía escuchamos eso de ‘cuidado con el enfoque’ como si fuéramos niños de tercer grado”. La periodista habló también de “temor a que te cueste caro” cuando se publica algo que “no gusta”.

El programa puso el dedo en otra llaga: la falta de proactividad y la opacidad institucional. Los reporteros reclamaron que directivos y comunicadores públicos sigan sin dar la cara en radio y TV o demoren respuestas básicas —desde apagones y distribución de alimentos hasta averías—, lo que deja el terreno fértil a los rumores y “la competencia desleal” de Facebook.

“Perdemos credibilidad cuando la explicación llega una semana tarde”, resumieron.

También hubo autocrítica gremial: plantillas menguadas, agendas saturadas de actos, sellos y gladiolos, y una cultura editorial que prioriza partes y congresos sobre lo que preocupa a la gente —agua, gas, canasta básica—. Domínguez Morado admitió la presión por producir piezas diarias en detrimento de investigaciones largas; González Forcades pidió menos miedo al debate público: “no estamos preparados para la cultura del debate… si algo no gustó, ven al set y discútelo”.

Pese a lo infrecuente del tono, el impacto en la audiencia lineal fue modesto. El “ruido” se volcó en redes, donde la pieza circuló fuera del ecosistema oficial.

Tan solo en la publicación del internauta “Edmundo Dantés Jr.” el video acumuló más reacciones que en los perfiles originales del canal y de los propios participantes.

Dos fuentes locales, bajo reserva, lo explican con ironía: “acá no ha pasado nada, eso no lo ve nadie” y “a ver si ocurre como con el artículo de Dayron Robles que escribió Jasán en Radio Ciudad del Mar: el ruido vino cuando lo republicaron en otro blog, porque nadie se enteró en la página de origen”.

El fenómeno recuerda también un antecedente sonado: el caso del holguinero José Ramírez Pantoja, expulsado en 2016 tras reproducir en su blog palabras de la subdirectora de Granma, Karina Marrón; ella – su padre es un General en las FAR – siguió en su cargo, él quedó fuera de la radio.

¿Habrá una segunda entrega de «ese» programa?

La emisión dejó, además, varios retos concretos. Por ejemplo: mencionar los casos de los periodistas y directivos de los periódicos y de la emisora provincial, que fueron «llamados a contar» por parte de los Primeros Secretarios del PCC y del Gobierno durante años; y que terminaron siendo sancionados (o al menos con halones de orejas casi públicos, pues sus jefes, a su vez, los pusieron durante un tiempo a hacer reportes de menor trascendencia e incluso «más revolucionarios» para «limpiarse» con la cúpula provincial).

Mencionar los casos concretos de funcionarios de organismos provinciales que a lo largo de la historia más reciente (tal vez) han llamado a la emisora o al 5 de Septiembre para quejarse de lo que han dicho o escrito los periodistas, y para ejercer presión sobre ellos. Incluso, hay un caso de amenaza física, ocurrido hace ya unos años donde afortunadamente, la amenaza de este dirigente al periodista, no llegó al río.

Tampoco aludieron a los continuos intentos de lavado de cara que un colega de ellos, Fabio Bosch Jr. intentó darle al defenestrado gobernador Alexandre Quintero. Ni siquiera – tampoco – ni Radio Ciudad del Mar, ni el Telecentro Perlavisión, ha informado en qué parte del proceso está el caso de Quintero; o el probable nepotismo con su hermano, presidente del MINTUR en la provincia; o si este se casó o no con una española, para irse del país. Ese «periodismo de investigación», está ausente por completo en la provincia. Los que lo hacían, o ya se fueron del país, o se cansaron de recibir regaños.

Así y todo vale la pena ver este raro ejercicio de autocrítica por parte de tres profesionales de la prensa en Cienfuegos, cuando arremetieron con todo y contra todo, sin mencionar nombres y sin tampoco mencionar al culpable de todo.

Los periodistas pidieron a empresas y organismos publicar partes claros y actualizaciones en tiempo real (por ejemplo, sobre distribución de productos o cronogramas de apagones) y sentarse en sets de TV a dar explicaciones técnicas —“no somos nosotros quienes debemos justificar el sistema de rotación eléctrica”, reclamó el moderador—. También exigieron que el Instituto de Comunicación Social y las direcciones de Gobierno dejen de “convocar a actos” para, en su lugar, marcar agendas públicas (agua, salideros, transporte, energía) y sostener canales de respuesta rápida con las redacciones.

La conversación, en suma, puso en palabras lo que la ciudadanía repite a diario: información tardía, poca rendición de cuentas y miedo a equivocarse.

Que el intercambio haya encontrado vida en Facebook dice algo sobre dónde está hoy la conversación pública en Cuba y cómo circula el contenido: el sistema mediático estatal sigue siendo la fábrica, pero las audiencias están en otra parte. Si de aquel programa queda algo más que un clip para “guardar”, será la agenda mínima que propusieron sus propios protagonistas: menos consignas, más datos; menos secretismo, más comparecencias; menos “cuidado con el enfoque”, más periodismo.

Y bueno, esperar que nada les pase, luego de que esto salga a la luz.

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