Apenas tres meses después de haberse estrenado como padre por segunda vez, Abel Díaz, mejor conocido como El Chulo, volvió a sacudir a sus seguidores con un anuncio inesperado: está “soltero oficial verificado”. Así lo dejó escrito en una de sus historias de Instagram este jueves, confirmando lo que ya muchos sospechaban desde hacía días.
El detalle no pasó inadvertido. Su novia, la modelo cubana María Karla Castro, lo dejó de seguir en la red social, y tanto ella como el reguetonero eliminaron las imágenes que compartían juntos. No quedaron rastros ni del emotivo gender reveal ni de las publicaciones del parto de Justin, el hijo menor de la pareja. Para una audiencia acostumbrada a seguir de cerca cada movimiento de sus artistas favoritos, la ausencia de estas instantáneas equivale casi a una confesión pública.
Lo curioso es que hace apenas unas semanas El Chulo conmovía a sus más de 1,1 millones de seguidores con tiernas dedicatorias a sus dos hijos. “Esta pequeña parte de mi vida se llama ‘Felicidad’. Jadiel & Justin”, escribió en junio, mostrando su faceta paternal. En otro post, más reflexivo, dejó una frase que todavía muchos repiten: “Ser un buen padre es un viaje de crecimiento continuo, marcado por el amor, la dedicación y la capacidad de adaptarse a las necesidades de los hijos”. Ese tono de compromiso fue celebrado como prueba de madurez en un género donde a menudo pesa más la ostentación que la vida familiar.
El contraste entre aquellas palabras y la radical limpieza de su perfil genera preguntas. ¿Se trata de una ruptura definitiva con María Karla o de una estrategia de mercadeo en torno a su último sencillo, titulado “No existe”? Algunos seguidores se inclinan por la segunda opción, convencidos de que el artista sabe manejar la atención mediática a su favor. Otros, en cambio, ven en el silencio de ambos una señal clara de que la relación llegó a su fin.
Mientras tanto, El Chulo no ha bajado el ritmo de exposición digital. En las últimas semanas, ha multiplicado sus apariciones con entrevistas polémicas, declaraciones picantes y hasta críticas directas al productor italiano Roberto Ferrante. Como si no fuera suficiente, también retó públicamente a Charly, del dúo Charly y Johayron, a enfrentarse en un combate de boxeo, un gesto que reforzó la percepción de que el reguetonero disfruta moverse en la frontera entre música, espectáculo y provocación.
María Karla, por su parte, optó por un perfil bajo. Sus publicaciones recientes en Instagram han sido sobrias, sin alusiones directas a su expareja, pero con señales que muchos interpretan como mensajes en clave. La decisión de borrar las fotos conjuntas se suma a ese discurso silencioso que, en tiempos de redes sociales, suele tener tanto peso como una declaración abierta.
Este tipo de movimientos digitales no son ajenos al showbiz cubano, donde la frontera entre vida privada y estrategia de marketing es cada vez más difusa. Lo cierto es que, detrás del ruido mediático, queda la realidad de dos niños pequeños cuya vida familiar está en plena reconfiguración. La pregunta que resuena entre seguidores y críticos es si la exposición constante de las rupturas amorosas beneficia al artista o termina desgastando su imagen pública.
Al final, más allá de las especulaciones sobre “publicity stunt” o ruptura real, el anuncio de El Chulo reabre el debate sobre cómo las figuras públicas gestionan su intimidad en plataformas que convierten cualquier gesto en noticia. Entre la transparencia calculada y la necesidad de proteger los vínculos familiares, el reguetonero se mueve en una cuerda floja donde lo personal y lo profesional se confunden. Y ese es, quizás, el mayor espectáculo que consumen hoy sus seguidores: no solo la música, sino la trama interminable de su vida hecha pública.
