Cincuenta y tres horas a nado bastaron para que Diana Nyad hiciera historia, pero pasaron doce años para que su ciudad natal la inmortalizara en bronce. Este jueves, Fort Lauderdale inauguró un marcador histórico estatal en honor a la nadadora que en 2013 se convirtió en la primera persona en cruzar, sin jaula antitiburones ni asistencia flotante, los 177 kilómetros que separan La Habana de Cayo Hueso. Lo hizo a los 64 años, tras cinco intentos y 35 años de espera, en una hazaña que, más que deportiva, fue un acto de voluntad.
Cinco días antes de la celebración del acto, Diana expresaba en su cuenta de Instagram:
«Me sorprende recibir este marcador histórico en mi ciudad natal esta semana. Si estás en Ft Lauderdale el jueves (6 de noviembre
10 am), únete a mí. Abierto al público.»
Un mensaje muy escueto y honesto, más bien inmerecedor de su grandeza deportiva e histórica.
Finalmente el homenaje tuvo lugar. Sucedió en el parque Oceanside, justo donde Las Olas Boulevard se encuentra con la playa que vio a Nyad entrenar de niña. Allí, bajo el sol de su infancia, la nadadora posó junto a la placa conmemorativa, flanqueada por amigos, autoridades locales y figuras del deporte como la tenista Chris Evert, señala el Miami Herald.
“Hoy honramos a una mujer cuya perseverancia ha inspirado a millones”, dijo el alcalde Dean Trantalis. “Para Fort Lauderdale, es aún más especial porque aquí empezó todo. Diana nos recuerda que ningún sueño es demasiado grande.”
El reconocimiento tiene una dimensión adicional: según la profesora Lynette Long, quien impulsó la iniciativa, es el primer marcador histórico del estado dedicado a una persona viva y a un miembro de la comunidad LGBTQ+. Durante la ceremonia, Long evocó los versos de la poeta Mary Oliver —“No quiero llegar al final de mi vida habiendo solo visitado este mundo”— y añadió: “Diana, tú no solo lo visitaste. Lo cambiaste.”
Entre risas y anécdotas, Nyad mostró el humor que la ha acompañado desde sus días de periodista deportiva.
“Uno de mis mayores logros, según se ha dicho hoy, es que todavía estoy viva”, bromeó ante el público. “Supongo que si lo hice a los 64, ya imaginarán la cuenta. Tengo 76, y bueno… qué demonios.”
Las carcajadas dieron paso a los recuerdos. La atleta recordó a su equipo, en especial a Bonnie Stoll, su entrenadora y amiga inseparable, que la siguió durante todo el trayecto de 2013. “Cada vez que giraba la cabeza para respirar, allí estaba Bonnie. No me dejó sola ni un segundo.”
Chris Evert, que compartió juventud con Nyad en Fort Lauderdale, la describió como “una de las atletas más impresionantes que he conocido. Yo enfrenté mis miedos dentro de una cancha; ella se enfrentó al océano, la oscuridad, las medusas y los tiburones, y aun así creyó que el espíritu humano no tiene línea de meta”.
En el acto no faltaron los miembros del equipo que la acompañó en el histórico cruce desde Cuba, todos vistiendo camisetas azules con el lema que se convirtió en su filosofía de vida: Find a way —Encuentra la forma—. Ese espíritu fue el que, según Nyad, la sostuvo cuando las fuerzas se agotaban en medio del estrecho de la Florida.
El reconocimiento llega en un momento en que su historia vuelve a inspirar nuevas generaciones, impulsada por el biopic Nyad de Netflix, protagonizado por Annette Bening. Pero más allá de la controversia que aún despierta entre algunos organismos del nado en aguas abiertas, el Estado de Florida ya ha dictado su veredicto: la proeza está oficialmente reconocida.
Al descubrir la placa, el viento del Atlántico levantó el velo y lo hizo volar unos metros. Nyad sonrió mirando el horizonte que la retó y que un día decidió cruzar.
“Parte de ser humano —dijo— es caer y levantarse. Todos conocemos el fracaso y el dolor, pero la clave está en seguir intentándolo.”
