Entre los miles de cubanos que la están pasando mal en la isla, los ancianos son los que peor están. Dentro de ese grupo, los que no tienen FE (familiar en el extranjero) son los que peor están.
La crisis que atraviesa Cuba golpea con especial crueldad a los adultos mayores, como Teresa “Teté” García, una mujer de 94 años entrevistada por EFE que asegura no haber vivido nunca una situación tan desesperante. Con apagones prolongados, escasez de alimentos, agua y medicinas, y una inflación que ha disparado los precios en cinco años, los cubanos en la isla viven lo que los expertos llaman una “policrisis”.
Teté, residente en Pinar del Río, sobrevive como miles de cubanos gracias a la ayuda de vecinos y familiares emigrados. No tiene electricidad ni agua corriente durante buena parte del día. Organiza su vida alrededor de esos cortes, llena cubetas y agradece la solidaridad de los bomberos cercanos que le ayudan con el agua. Dice que no tiene miedo a vivir sola, pero sí “terror” a los apagones, al hambre y a la falta de medicinas.
“Ni en el período especial había tanta miseria como ahora”, afirma con indignación, recordando que en los años 90, aunque hubo escasez, no se sentía esta desolación absoluta.
Teté lo resume con tristeza: “Aquí no hay vida. Yo no voy a ver el final, pero esto no tiene buen final”. Una frase que resuena como reflejo del país entero.
«En el Periodo Especial se mantuvieron pilares como la educación y la salud,» señala por su parte Evelio, desde Cienfuegos.
El contacto con este lúcido anciano de 93 años, residente en la Avenida 48 en la barriada de La Juanita, reveló incluso una situación de indefensión peor.
«Yo cuando Batista, la pasé mal, no lo niego, pero no como ahora. Cuando Batista nunca me acosté con hambre,» señala vía Whatsapp video.
Evelio achaca «el 90%» de la culpa al «bloqueo», pero su hijo cree que desde hace al menos diez años, «desde que murió Fidel», la clase dirigente cubana es la principal responsable.
«Toda la gente brillante de este país se ha ido, dejándonos una caterva de corruptos y gente no ya con dos, ¡con un dedo de frente!», dijo, y mencionó nombres como Murillo y Gil, a quienes responsabilizan por haber generado con medidas irracionales la problemática inflacionaria actual en la isla.
Su padre lo interrumpe y asegura que no, que lo que pasa es que «la gente roba mucho»; que «todo el mundo roba a todo el mundo» y así «no hay economía que avance», alegando otra variable al problema; cuando su hijo interviene y asegura que los principales corruptos son los dirigentes; vuelve a mencionar a Murillo y le explica a su padre que «a Gil se lo echaron por robar millones», mientras menciona a Sandro Castro y el viejo cariñosamente le pregunta: «¿Y ese quién es, mijo?».
«Un nieto de Fidel, que anda en Mercedes Benz y toma Whisky», le señala, mientras el viejo le responde: «Ese lo que es un comem… entonces».
Cuba, con más del 25% de su población mayor de 60 años, es uno de los países más envejecidos de América Latina.
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Esta realidad agrava aún más la crisis. La socióloga cubana Elaine Acosta, profesora en Florida, alerta sobre los efectos de esta situación en los ancianos cubanos: deterioro físico y mental, estrés, ansiedad y soledad. Muchos quedaron sin redes familiares debido a la emigración masiva.
La improvisación cotidiana, como mantener la comida sin refrigeración o hacer colas interminables, forma parte del día a día de los mayores. El Estado, señala Acosta, ha abandonado funciones clave que empeoran la ya crítica calidad de vida de este grupo vulnerable.





