Un hombre en la ciudad de Cárdenas, provincia de Matanzas, habría incendiado su vivienda en un momento de desesperación, agobiado por las difíciles condiciones de vida que enfrenta la mayoría de los cubanos. La información fue difundida por el activista Saúl Manuel, quien aseguró que el hecho ocurrió en medio de un episodio de agotamiento emocional extremo. “Un hombre en Cárdenas, agotado por la situación que estaba viviendo, le acaba de dar candela a su casa”, escribió en su publicación el activista cubano, donde también adelantó que divulgaría un video del suceso.
La noticia provocó una ola de reacciones en redes sociales. Decenas de usuarios, muchos también desde Cuba, coincidieron en que el nivel de estrés, hambre y desesperanza ha alcanzado un punto insostenible. “Han llevado al cubano a un nivel psicológico y de estrés que nos está matando. Ya el cubano ha perdido toda esperanza de vida”, escribió una usuaria, mientras otra añadía: “El nivel de estrés por hambre y apagones rebasa los límites. Solo hay que ver los rostros”.
Algunos compararon el acto con el incendio de Bayamo en 1869, cuando los habitantes de esa ciudad prefirieron quemar sus casas antes que entregarlas a las tropas coloniales españolas. Un internauta recordó aquel episodio como símbolo de dignidad, pero subrayó que el gesto del hombre de Cárdenas no responde a un acto político sino a una “rendición emocional” frente a la miseria cotidiana. “Fidel Castro nos rompió la empatía”, escribió un comentarista, señalando que el régimen ha fragmentado el sentido colectivo que antes empujaba a resistir en comunidad.
Otros, sin embargo, lamentaron que el hombre haya escogido su propio hogar como blanco de la frustración. “Ahora será peor, ni casa tendrá, porque ese gobierno no da nada”, dijo una vecina. “No entiendo nada, en lugar de darle candela al partido o a una estación de policía, se hace daño él mismo”, expresó otro usuario. La mayoría de los comentarios coincidieron en que la crisis económica, los apagones prolongados, la falta de alimentos y el deterioro psicológico están empujando a la población a límites nunca antes vistos.
Aunque no se ha difundido la identidad del hombre ni el estado actual de su vivienda, el episodio se suma a una serie de manifestaciones silenciosas del colapso emocional que atraviesa Cuba. En un país donde los ciudadanos sienten que ya no pueden protestar abiertamente, actos desesperados como este revelan una forma extrema de gritar lo que no se puede decir en voz alta.
Los apagones, el hambre, la incertidumbre y el abandono institucional no solo están vaciando las despensas, sino también la mente y el ánimo de los cubanos. En palabras de una mujer que comentó la noticia: “Esto es para volverse loco… no sabemos cuánto más se puede aguantar”.





