La emblemática industria del ron cubano, símbolo de identidad nacional y una de las pocas fuentes de ingreso en ascenso en la maltrecha economía de la isla, enfrenta una amenaza crítica: la escasez de azúcar.
Según informa The Guardian, la zafra de 2025 ha sido una de las peores en la historia reciente del país. Las estimaciones apuntan a una producción de apenas 165 mil toneladas métricas de azúcar, una cifra irrisoria comparada con los 8 millones de toneladas que se cosechaban en los años 80. Para encontrar un rendimiento tan bajo, hay que retroceder hasta el siglo XIX.
El problema no solo impacta en la alimentación, que ya depende de importaciones, sino que afecta directamente a los productores de ron, quienes por ley deben utilizar insumos nacionales. Esto complica seriamente la fabricación de bebidas icónicas como Havana Club, Santiago de Cuba y otras marcas de exportación.
El ron, que nació formalmente en Cuba en 1862 con Facundo Bacardí, ha sido una excepción positiva dentro de la grave crisis económica. Empresas internacionales como Pernod Ricard, Diageo y LVMH han invertido en la isla, asociándose con el Estado cubano para mantener la producción y llevar el ron cubano a mercados globales.
Sin embargo, todo ese esfuerzo está en peligro. Con solo seis ingenios funcionando en todo el país, la materia prima escasea. La situación ha obligado a recurrir a reservas antiguas y barriles olvidados, mientras se reduce la producción de nuevos lotes.
Ejecutivos del sector reconocen que, si no se encuentra una solución inmediata, el cuarto trimestre del año será devastador para el ron cubano. Algunos incluso anticipan que no habrá alcohol suficiente para cubrir la demanda.
Mientras los consumidores internacionales disfrutan de un ron que presume de tradición y autenticidad, en la isla los trabajadores luchan por mantener operativas unas fábricas que apenas sobreviven. La falta de inversión y las restricciones del embargo estadounidense siguen siendo los argumentos oficiales. Pero la realidad en las destilerías y los campos de caña apunta a una crisis mucho más profunda y estructural.
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