Ay Willy, viejo, que te deportan

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¡Cómo están las cosas en EE.UU. relacionadas con los delitos cometidos por los que no son nacidos aquí, y Willy nos mete esta preocupación encima!

Una reflexión tragicómica si, solo por casualidad, William Levy no fuera la celebridad que conocemos.

¡Y se armó la tragedia en Weston! El lunes por la noche, el actor cubanoamericano William Levy fue arrestado tras armar «tremendo show» en el restaurante Baires Grill de Weston, Florida, un restaurante argentino de carnes asadas, muy bien valorado (4.6 de 1,816 calificaciones) en Google, donde los platos no son tan caros a juzgar cómo están las cosas – especialmente los huevos – ubicado en el 2210 Weston Rd, Weston, FL 33326, Estados Unidos.

Al parecer, según las versiones que circulan, Willy estaba «altamente intoxicado» y no entendía razones ni del gerente ni del sheriff. El galán de Café con aroma de mujer terminó en el suelo, esposado y directo para la cárcel del condado de Broward. Una fianza de 500 dólares lo sacó al día siguiente, pero el escándalo ya estaba servido… y con guarnición.

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Ahora, ¿de qué lo acusan exactamente? Pues de alteración del orden público y de haberse metido donde no lo invitaron. Dice él que solo quiso intervenir en una discusión, pero entre copa y copa, terminó siendo él la discusión. ¡Ay, Willy, que las cámaras no perdonan!

Pero aquí viene la parte seria… y medio llorosa: en redes sociales ya circulan versiones dramáticas. Que si “¡lo van a deportar!”, que si “¡se nos va el galán cubano más bello del exilio!”, que si “¡no puede acabar cultivando tabaco en Pinar del Río!”. Hay quien jura haberlo visto ya, en foto editada en Viñales, con sombrero de yarey, camisa desabrochada y un habano en la boca, posando entre vegas mientras una yunta de bueyes pasa por detrás, pero se trata solo de una imagen generada por la Inteligencia Artificial.

Imagen generada por la Inteligencia Artificial.

Las mujeres, claro, inconsolables. Unas lloran en la ducha, otras han puesto en pausa sus novelas turcas.

La tía Maritza dice que no ha podido dormir y que si se llevan a William Levy, ella misma se entrega a ICE; y Pedro, su marido, dice que si devolver de El Salvador a Kilmar Abrego García, se ha vuelto un tormento, no quiere imaginarse cómo sería traer de vuelta a Levy desde Cuba, país con el que las relaciones no son nada buenas.

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Entre los dos se han puesto a discutir incluso qué abogado lo representaría. Si Willy Allen, Santiago Alpízar o Claudia Cañizares. Maritza, además, está molesta, porque Mario J. Pentón no habló ayer del asunto en su directa con Gallardo Law Firm.

Y aunque su ciudadanía lo pone a salvo de una deportación real, la situación nos recuerda a otros tantos migrantes en EE.UU. que, por incidentes menores o errores del sistema, sí son arrestados y deportados sin que nadie los defienda. Porque no todos tienen un rostro de telenovela ni un ejército de fans suspirando por ellos.

Pocos, casi ninguno, tiene tanto poder de convocatoria de la prensa a juzgar por las imágenes vistas ayer. En estos «meses», se han detenido y retenido (y luego deportados) a cientos de inmigrantes en el Sur de la Florida. La prensa, es justo decirlo, se ha movilizado, pero no tanto como ayer. En broma, un amigo que tengo en común con la periodista de Telemundo51 Maylín Legañoa, dijo que «soltó todo lo que estaba haciendo y se fue para Broward a ver a Willy». Y no precisamente para pedirle un autografo.

Lo cierto es que, tras su salida, Levy hizo gala de su carisma. Mostrando un rostro desenfadado, abierto a las cámaras, cosa que no hace casi nadie, el actor y galán cubano, orgullo de millones dentro y fuera de la isla, «genio y figura», dio su versión de los hechos y hasta bromeó con el hecho de que había hecho nuevas amistades en la cárcel, aunque aún no sabía si eran tan buenas.

Este no es el primer roce de Levy con la ley. En abril de 2024, su expareja, la actriz Elizabeth Gutiérrez, lo acusó de empujar a su hija durante una discusión, aunque no se presentaron cargos formales, señala por su parte Cadena SER.

​Sin embargo, bromas aparte, y mientras Levy enfrenta cargos menores y espera su próxima audiencia, es imposible no reflexionar sobre el contraste con la situación de muchos migrantes en Estados Unidos. Miles de personas han sido detenidas y deportadas sin el debido proceso, sin acceso a representación legal y sin la oportunidad de explicar sus circunstancias.​

Levy, quien emigró de Cuba a los 16 años y es ciudadano estadounidense, tiene el privilegio de enfrentar el sistema legal con recursos y apoyo. Para muchos otros, un incidente menor puede significar la separación de sus familias y la expulsión del país que consideran su hogar.​

Así que, Willy, mientras te recuperas de este tropiezo y reflexionas sobre tus acciones, recuerda que tu experiencia dista mucho de la realidad de tantos otros. Quizás este episodio sirva como una oportunidad para tomar conciencia y, quién sabe, usar tu plataforma para abogar por aquellos que no tienen voz en el sistema.​

Así que, Willy, mira a ver si te tomas una tilita antes de salir, porque otra noche como esta y quién sabe si te mandan para tu natal Cuba… pero en guagua, sin alfombra roja. Y que no digan luego que no te avisamos.

¡Qué nos vas a matar de un susto, hombre!

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