El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, arribó este domingo a San Petersburgo para iniciar una visita oficial a Rusia, en el marco de la conmemoración del 80 aniversario de la victoria sobre el fascismo y los 65 años del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países.
Lo que más ha llamado la atención no es solo la visita en sí, sino la magnitud de la delegación que lo acompaña: más de 200 personas, incluyendo ministros, viceministros, asesores, personal de prensa, seguridad, y otros miembros del séquito presidencial.
Esta no es la primera vez que Díaz-Canel viaja al extranjero con una comitiva tan numerosa. En septiembre de 2023, durante su participación en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, el gobierno cubano solicitó más de 200 visas para su delegación, según datos oficiales de EE.UU, según recogió en su momento Proyecto Inventario.
También lo hizo el 7 de mayo de ese año, tras un viaje de más de 9.500 kilómetros y casi doce horas de duración, cuando realizó una visita oficial a Rusia para participar en los actos conmemorativos del Día de la Victoria sobre el fascismo, celebrados el 9 de mayo en la Plaza Roja de Moscú.
En esa ocasión, también viajaron con él cerca de 180 personas.
Y lo iba a hacer, de nuevo, en octubre de 2024, durante la XVI Cumbre de los BRICS celebrada en Kazán, Rusia, cuando Cuba fue invitada a unirse al bloque como país «miembro asociado» o «país socio».
Sin embargo, tuvo Canel la mala suerte de que debido a una crisis energética en la isla, el presidente Miguel Díaz-Canel no pudo asistir, y en su lugar viajó el canciller Bruno Rodríguez Parrilla con un séquito reducidísimo.
En un país que enfrenta una de las peores crisis económicas de su historia reciente, con escasez de alimentos, medicinas y combustible, y donde los apagones son parte del día a día, resulta cuestionable el gasto que implica movilizar a tantas personas para una visita oficial. Más aún cuando, según fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, todos los gastos relacionados con la visita presidencial, incluyendo hoteles y logística, corren por cuenta del gobierno cubano.
Una nota de El Vigía de Cuba señala que en la delegación viajaron algo más de 200, pero la realidad es que de ellos, 182 podrían ser considerados como «la impedimenta del ejército.»
Porque claro, una cosa son los funcionarios gubernamentales, y otras son los pantristas, chefs, pasteleros, encargados del vestuario, manicures, peluqueros y estilistas para atender expresamente a la esposa del presidente, Lis Cuesta. Llevan, además, un médico especialista, periodistas, ingenieros informáticos,… toda una «delegación» de gente que le ha costado al erario público cubano – literalmente hablando – un huevo.
¿Por qué movilizar delegaciones tan numerosas en tiempos de crisis. La austeridad y la eficiencia deberían ser principios fundamentales en la gestión de los recursos públicos, especialmente en momentos tan difíciles como los que atraviesa Cuba? ¿Por qué se emplean recursos en mantener una imagen internacional que poco refleja la realidad que vive el pueblo cubano, en lugar de destinar recursos a mejorar la situación interna del país?
Son esas preguntas que, en tiempos como estos, siempre la gente se hace.





