Bienestar Animal Cuba lanza varias denuncias sobre presuntos maltratadores y una clínica del terror

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La plataforma Bienestar Animal Cuba (BAC) ha concentrado en pocos días una oleada de denuncias públicas sobre maltrato animal y presunta mala praxis veterinaria, que van desde una clínica privada en La Habana hasta casos de crueldad extrema en varias provincias. Las publicaciones, hechas en su página de Facebook, vuelven a poner en cuestión la aplicación de la ley de bienestar animal en Cuba y el papel de las instituciones responsables de hacerla cumplir.

El caso que más reacción ha generado es el de Car, una gata de tres años que, según BAC, salió de su casa sana y regresó muerta tras ser atendida en la clínica privada Mascolive.

La versión difundida por la plataforma sostiene que Car entró por su propio pie al centro, fue recibida por un recién graduado porque la veterinaria titular “estaba ocupada”, recibió varios sueros sin explicaciones claras y empezó a deteriorarse hasta convulsionar y morir. BAC asegura que no se trata de un episodio aislado, sino de un centro con múltiples quejas previas de tutores que denuncian muertes y secuelas graves en sus animales.

A partir de este caso, la plataforma lanzó una petición en línea para exigir el cierre de Mascolive, a la que los firmantes se refieren como “clínica del terror”. En los comentarios, varios usuarios relatan experiencias negativas con el lugar, mientras otros señalan que no lo conocen pero se suman “si dicen que es así de mala”. Al mismo tiempo, cuidadoras con experiencia piden más datos objetivos: diagnósticos, síntomas, medicamentos administrados y, cuando sea posible, necropsias que permitan distinguir entre mala praxis y patologías graves que pueden evolucionar con rapidez. Ese sector reclama que la denuncia ciudadana se acompañe de información verificable si se busca que tenga peso legal.

Las críticas de BAC no se limitan al sector privado. Tras un desencuentro público con la Empresa de Zoológicos de Cuba, la asociación anunció que activaba una “fase 2” de su trabajo y empezó a publicar reportes anónimos sobre el estado de varios parques zoológicos, comenzando por el de Santiago de Cuba. En este caso, las denuncias se centran en las instalaciones deterioradas y la falta de transparencia institucional. Parte de la audiencia respalda la iniciativa y considera que los zoológicos deberían cerrar si no existen condiciones mínimas, mientras otros cuestionan el enfoque y piden que se muestren también acciones positivas o mejoras concretas.

En Baracoa, BAC dio voz a un grupo de voluntarios locales que denunciaron el caso de un husky siberiano encontrado en extrema desnutrición, vagando en la calle bajo lluvia y frío. Vecinos aseguraron que el animal pertenecía a una familia cuya hija, desde el exterior, enviaba dinero para su cuidado, recursos que nunca se habrían traducido en alimentación ni atención mínima. El perro fue rescatado, alimentado y recuperado parcialmente, pero devuelto al entorno original, lo que abrió un debate interno entre activistas sobre qué hacer cuando la ley no ofrece herramientas claras para retirar la custodia a un responsable negligente.

En Caibarién, la plataforma difundió un relato especialmente grave: un gato negro que habría sido herido con una escopeta de pesca por el dueño de una vivienda y luego inmovilizado en la puerta por un vecino, dejándolo agonizar mientras gritaba. Una joven que presenció la escena denunció miedo a represalias, dado el carácter violento atribuido a los agresores. BAC publicó nombres y apellidos y pidió que el caso se hiciera viral, mientras rescatistas locales reconocen que este tipo de delitos solo preocupa a un grupo reducido de personas y rara vez encuentra respuesta formal.

Otra denuncia reciente se refiere a un perro atropellado en la intersección de Neptuno y Campanario, en La Habana. Según el testimonio compartido por BAC, una furgoneta Ford Transit de matrícula particular P 274487 habría arrollado al animal y abandonado la escena sin prestar auxilio. El perro fue rescatado y llevado al veterinario por una ciudadana. La plataforma, consciente de las limitaciones de las quejas formales, pidió de manera explícita la ayuda de trabajadores con acceso al registro de vehículos, ofreciendo una recompensa económica y garantizando anonimato.

En paralelo a los casos, las publicaciones de BAC sirven como termómetro de opinión. Hay mensajes de apoyo que reconocen el trabajo de la asociación y reclaman que se le incluya en espacios oficiales, así como comentarios abiertamente hostiles que la acusan de “criticar y criticar” sin mostrar suficientes acciones directas de rescate o aporte de recursos. Lo que sí es evidente es que las denuncias han convertido el bienestar animal en un tema público, politizado y emocional, donde se cruzan el descrédito institucional, el miedo a denunciar y la demanda de que se aplique una ley que, en la práctica, muchos consideran todavía letra muerta, que se sacó a la carrera para acallar el movimiento animalista en Cuba que, cada vez se hacía más visible, con protestas públicas incluso frente a Ministerios del país.

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