En el centro asistido de Northwest 43rd Place, donde las rutinas suelen ser previsibles y las tensiones rara vez pasan de discusiones menores, la hora de la cena terminó esta semana en una escena digna de un parte policial. La policía identificó a Osvaldo Nieves, un residente cubano de 63 años, como el hombre que terminó esposado luego de un arrebato que comenzó, según los testigos, por algo tan simple como la falta de sopa.
De acuerdo con el informe de arresto citado por Local10 News, Nieves perdió la compostura cuando el personal del centro anunció que la sopa se había terminado. Se levantó, empezó a gritar y agarró un pesado jarrón metálico de casi dos pies de alto que adornaba una mesa lateral. Primero lo lanzó al piso en dos ocasiones, haciendo que algunos residentes se apartaran de la mesa.
La situación escaló cuando otro residente, un hombre mayor que intentó interponerse para proteger a dos empleadas, se convirtió en blanco directo de la furia de Nieves. La policía asegura que el acusado tomó nuevamente el jarrón y lo arrojó contra el hombre dos veces: una le impactó en el costado derecho del pecho, la otra en una pierna. El informe médico señala que la víctima sufrió un corte en el torso y una pequeña herida punzante en la rodilla.
En un intento por evitar que la agresión continuara, el residente herido condujo a Nieves hacia el patio trasero. Pero, cuando el agresor siguió avanzando hacia él, el hombre terminó defendiéndose con un puñetazo en la cara. Finalmente, según las autoridades, Nieves regresó a su habitación, se acostó y se quedó dormido, mientras el personal del centro reportaba que los estallidos de ira no eran algo inusual en su comportamiento.
Con el testimonio de los empleados y del propio residente agredido, la policía terminó trasladando a Nieves al Jackson Memorial Hospital para una revisión médica y luego al centro de detención del condado. Los registros carcelarios muestran que enfrenta un cargo de agresión agravada contra una persona de 65 años o más, un delito especialmente grave en Florida. Su fianza fue fijada en 7 500 dólares.
Nadie más resultó herido, pero el episodio abrió una pregunta incómoda para el centro: cómo manejar a residentes con antecedentes de agresividad sin poner en riesgo a trabajadores y ancianos que dependen del lugar para vivir sus últimos años con algo de tranquilidad.





