SNAP al borde del colapso deja a Miami sin margen de error y a las autoridades pidiendo ayuda comunitaria

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Miami activa una red de emergencia ante el parón de SNAP y pide donaciones inmediatas de alimentos

En el sur de Florida, la próxima emergencia no vendrá con sirenas ni con mapas de radar. Llegará como tantas veces llega el hambre: silenciosa, acumulada, cotidiana. Con el financiamiento de SNAP pendiendo de un hilo por el cierre federal, autoridades, bancos de alimentos y organizaciones de base activan un operativo de urgencia que no se parece al de un huracán, pero exige la misma coordinación: salvar la comida de hoy y la de mañana para decenas de miles de vecinos.

La alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levine Cava, lo puso en términos simples: casi una de cada cuatro familias del condado depende de SNAP para poner un plato en la mesa; ningún gobierno local puede reemplazar, de un día para otro, el músculo del programa federal.

El primer golpe lo sienten los pequeños supermercados de barrio, especialmente en zonas con alta participación de SNAP.

Francis Rodríguez, al frente del capítulo Florida de la National Supermarket Association, resume la fragilidad con una cifra que asusta: hay negocios que perderían hasta el 50% de sus ingresos si se corta la ayuda. Eso no es un ajuste contable; son empleos en riesgo, anaqueles más vacíos y menos opciones cerca de los hogares que ya viven al límite. La economía de barrio es un circuito: si se cae la compra con EBT, se resienten los proveedores, las rutas de reparto y, finalmente, el vecindario entero.

Bancos de alimentos como Feeding South Florida y Farm Share, y fundaciones como Joshua’s Heart, llegan a este punto con el depósito bajo.

Lo dicen con claridad: antes de esta crisis, ya repartían más con menos por recortes previos del USDA. Ahora las filas crecen. Joshua Williams, de Joshua’s Heart, reconoce que deberán multiplicar sus operativos móviles y cambiar la lógica de calendario por una lógica de emergencia: salir cuando y donde haga falta. En Broward, Meals on Wheels South Florida prepara un programa especial para mayores que viven solos y dependen en gran parte de SNAP. Es una población que, cuando el dinero no alcanza, recorta donde nunca debería: en calorías y en medicamentos.

El condado, a través de su Departamento de Manejo de Emergencias, coordina iglesias, escuelas, centros comunitarios y despensas vecinales para ampliar puntos de distribución. El objetivo es evitar la escena que ya se intuye: madres y abuelos saltando de ventanilla en ventanilla hasta que se acabe el horario. Si hay algo que Miami aprendió a fuerza de crisis es que el tiempo es un recurso: cuanto antes se ordene la ayuda, menos gente se queda a la intemperie.

Y aquí entra el pedido más concreto de todos, dirigido a quienes pueden hacer la diferencia esta misma semana: donar alimentos que están guardados, que no van a consumir y que están próximos a vencer. No hablamos de lo que ya está vencido ni de sobras caseras; hablamos de productos cerrados, no perecederos o de larga vida (arroz, granos, pasta, aceite, leche en polvo, conservas, harinas, avena, café, fórmulas infantiles selladas y dentro de fecha), que hoy ocupan una repisa y mañana pueden sostener a una familia.

Revise la fecha, verifique que el empaque esté íntegro y acérquelo a su despensa comunitaria, parroquia o escuela más cercana. Si tiene dudas, llame antes: muchas organizaciones publican listas de artículos prioritarios y franjas de recepción. Las tarjetas regalo de supermercados y farmacias también sirven: permiten cubrir frescos y artículos que no suelen llegar en donaciones.

Quienes no tienen alimentos para donar pueden ayudar de otras formas: horas de voluntariado para clasificar cajas, conducir su auto para hacer entregas a mayores y personas con movilidad reducida, o aportar fondos para cubrir logística (gasolina, alquiler de camiones refrigerados, empaques). Cada dólar estirado a tiempo evita que una familia llegue a la línea roja. Si dirige una empresa —un restaurante, una bodega, una distribuidora—, considere canalizar inventario próximo a expirar: la ley federal de “Good Samaritan” protege las donaciones de buena fe y, en muchos casos, estas alianzas salvan toneladas de comida que hoy se pierden.

Esta no es una petición abstracta. Es un llamado a abrir despensas y agendas. Empaque hoy lo que no va a comer mañana. Done. Voluntarie. Corra la voz. En crisis anteriores, Miami demostró que sabe organizarse desde abajo y a toda velocidad. No hay razón para que ahora sea distinto. Si el problema es que la ayuda federal llega tarde, la respuesta local tiene que llegar temprano.

Por eso piden algo directo: que la comunidad dé un paso al frente, abra su alacena y done alimentos sellados y dentro de fecha —especialmente los que están por vencer y probablemente no consumirá— a las despensas y operativos de emergencia.

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Una petición que «choca» contra la comunidad cubano americana

Sin embargo, esa idea tropieza con una realidad sociológica específica: Miami-Dade es uno de los enclaves cubanoamericanos más grandes del mundo. Según la Oficina del Censo, casi la mitad de la población hispana del condado se identifica como de origen cubano; estimaciones académicas sitúan a la comunidad cubanoamericana local en el orden de las 900.000 personas o más.

En ciudades como Hialeah, Westchester o la Pequeña Habana, ese peso se traduce en redes familiares transnacionales muy activas. Y ocurre algo que las autoridades conocen aunque rara vez digan sin rodeos: en momentos de crisis en la isla —como ahora, tras el impacto de Melissa— mucho de lo que “sobra” aquí ya tiene destinatario allá. Un saco de arroz, una lata de leche en polvo o vitaminas selladas rara vez son excedentes; son una remesa en espera con nombre y dirección.

El desafío político y cultural para Levine Cava es doble: pedir solidaridad interna en una comunidad cuyo instinto de ayuda mira primero hacia el mar, y hacerlo en un contexto donde la canasta local también cruje. Florida tiene cerca de 2,9 millones de beneficiarios de SNAP y recibió 6.400 millones de dólares del programa en 2023; cualquier interrupción golpea a las familias vulnerables y a la economía de barrio (pequeños mercados, proveedores, rutas de reparto).

La alcaldía, obvio, no pide que se deje de ayudar a Cuba, especialmente ahora; pide que, además, se piense en la vecina de Opa-locka o el abuelo de Goulds que esta semana pueden quedarse sin ese plato caliente.

Información útil para donar o pedir asistencia:
Miami-Dade (puntos de acopio y voluntariado): https://www.miamidade.gov/cares
Feeding South Florida (donaciones y voluntariado): https://feedingsouthflorida.org
Meals on Wheels South Florida (apoyo a personas mayores): https://www.mowsoflo.org
Farm Share (operativos y donaciones de alimentos): https://www.farmshare.org
Joshua’s Heart Foundation (distribuciones móviles): https://joshuasheart.org

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