Violencia en Cuba continua en auge: Asesinan a apuñalador de chica trans en Remedios, Villa Clara

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La violencia volvió a estremecer a la isla. En Remedios, Villa Clara, un doble crimen ha marcado a la comunidad en apenas unos meses

El pasado mes de julio, la joven trans Claudia Dayanis Acosta, fue atacada a puñaladas dentro de un bar por un hombre identificado como Yendis Hernández. Ahora, el propio Yendis – a quien también han identificado como Yendis Germán – ha sido ultimado con catorce puñaladas en las afueras del pueblo, en un acto de aparente venganza ejecutado por Yuristani Carvajal, según coinciden múltiples denuncias ciudadanas. Yuristani, según le dieron a conocer a Niover Licea varias fuentes, apenas tiene 16 o 17 años de edad.

El caso de Claudia había causado un profundo impacto en Remedios. Muy querida por vecinos y conocidos, fue atacada brutalmente por Yendris quien, en el pasado, según dio a conocer el comunicador Niover Licea, había cometido un hecho semejand. Desconocemos por qué, a pesar de tales antecedentes, Yendris se encontraba libre en la calle, ahora en el mes de octubre.

En redes sociales circularon mensajes donde se recordaba no solo el ensañamiento del ataque, sino también las amenazas que la joven recibió de su victimario: “si lo acusaba, la mataría”. Claudia, tras el hecho, se convirtió en símbolo de la desprotección de las personas trans en Cuba, expuestas a una violencia que rara vez encuentra una respuesta institucional rápida y eficaz.

Sin embargo, ahora, en la madrugada de este lunes, la historia dio un giro sangriento y el apuñalador se convirtió en víctima. El propio agresor fue encontrado sin vida, con catorce puñaladas que reflejan un patrón de saña similar al que él mismo había practicado contra Claudia.

El nombre de Yuristani Carvajal aparece señalado en múltiples publicaciones como responsable del hecho, aunque aún no existe confirmación oficial de las autoridades. La comunidad interpreta el desenlace como un ajuste de cuentas, un acto de venganza que pone en evidencia el vacío de justicia y la erosión de la confianza en las instituciones, según hizo saber el propio Niover Licea.

El clima de violencia no se detuvo ahí. En paralelo, en Candelaria, Artemisa, fue asesinado un hombre mayor que trabajaba como custodio en una escuela primaria. Según los primeros reportes, los atacantes no robaron nada, lo que acrecienta las sospechas de un crimen gratuito o de un ajuste con otras motivaciones. Su muerte ha provocado indignación: se trataba de un jubilado reincorporado al trabajo para sostener a su familia, ultimado mientras cumplía una guardia.

Dos hechos en apenas días —Yendris ultimado y el custodio de Artemisa muerto— refuerzan la percepción de que la violencia se ha normalizado en Cuba, pero lamentablemente son más de dos.

Los observatorios independientes ya advertían que 2025 cerraría con un número elevado de feminicidios y crímenes de odio, pero lo que muestran estas historias es algo más: la fractura del tejido social, la ausencia de mecanismos de prevención y la sensación de que la justicia se administra por las propias manos.

El eco en redes sociales mezcla rabia, resignación y pedidos de mano dura. Pero, más allá del clamor por castigos ejemplares, el mensaje central es que el apuñalamiento de Claudia, y la muerte ahora de Yendris, junto con la del custodio en Artemisa, son síntomas de un mismo mal: un país donde la violencia crece más rápido que las respuestas del Estado.

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