Sergio Ramos despide a Busquets, pero le piden de favor que no le cante

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La despedida de Sergio Ramos a Sergio Busquets ha conseguido algo poco habitual en la conversación futbolera: poner de acuerdo a madridistas y barcelonistas en el respeto por una trayectoria. Y es que a fin de cuentas estamos hablando de uno de los – tal vez – cinco mejores centrocampistas en la historia de fútbol español. De un arquitecto del fútbol. De una figura clave en los éxitos de España como Selección. De un hombre que, sin él, España no hubiese sido campeón del mundo en Sudáfrica 2010.

En un mensaje público, el ex capitán del Real Madrid se dirigió a “Busi” como “la definición de cómo ser excepcional sin dejar de ser un tipo normal”, reconociendo su fútbol de clase y su forma de ser humilde. Añadió que el juego pierde a “uno de los mediocentros más brillantes” con los que compartió vestuario y selección, y le deseó lo mejor en su nueva etapa.

El texto de Ramos, largo y afectuoso, tiene peso específico porque ambos simbolizaron durante más de una década la rivalidad doméstica más intensa del planeta: Ramos, estandarte del Real Madrid y de la Roja campeona; Busquets, metrónomo del Barcelona y socio silencioso del tiquitaca.

No por gusto en los comentarios dejados en la publicación se leyeron cosas como «El verdadero motor que siempre hacía el trabajo sucio para que Iniesta y Xavi jugaran con facilidad».

«El mejor 5 de la historia moderna (tal vez de toda la historia), tenía el porte de oficinista pero trataba a la pelota como si fuera mia khalifa», expresó otro. Y un cuarto recordó dicho por otro crack, Juan Román Riquelme cuando expresó:

«Busquet confundió al fútbol».

Lo cierto es que ambos – Ramos y Busquets – se enfrentaron en clásicos encendidos, se entendieron en la selección y ganaron juntos lo que casi nadie. Quizá por eso el mensaje impactó: no es una cortesía cualquiera, sino el reconocimiento del central que domó mil batallas al mediocentro que hizo del primer toque un idioma.

Pero en la era de las redes, la solemnidad dura lo que tarda en llegar el primer comentario. Y aquí llegó el momento cómico: entre los cientos de respuestas, se repitió la súplica en tono de broma para que Ramos no le dedique una canción a Busquets.

“Por favor, que no le haga una canción”, le dijo una internauta, y desató decenas de reacciones en sus comentarios.

El guiño no es gratuito: en las últimas semanas, el andaluz abrió una inesperada faceta como cantante, con single y videoclip incluidos, y desató una oleada de memes, críticas y también defensas entre sus seguidores.

La incursión musical de Ramos ha sido tratada como un fenómeno pop de temporada. De un lado, quienes agradecen que un deportista retire los corsés y se divierta probando cosas nuevas; del otro, quienes prefieren al Ramos de las barridas, el liderazgo y los goles al 93’ antes que al Ramos melódico.

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En términos de ruido, funcionó: entrevistas, reacciones de colegas, playlists, parodias y el algoritmo empujando clips por doquier. Que su despedida a Busquets activara el chascarrillo era, pues, inevitable.

Más allá del gag cómico, la nota de Ramos aporta un cierre elegante a la carrera de Busquets, que anunció su retiro tras un último tramo en Estados Unidos. El mediocentro deja un legado táctico inabarcable: convirtió la posición de “5” en una cátedra de economía de esfuerzos, orientación corporal, líneas de pase y lectura anticipada. Jugadores como él no entran por los ojos del aficionado casual, pero moldean cómo juega todo un equipo. Lo captó un comentario en el hilo: “Busquets nos hizo creer que el 5 debía ser como un 10”. También se colaron críticas viejas —su lentitud, su teatralidad—, recordatorio de que no hay grande sin controversia.

En el fondo, lo relevante del intercambio Ramos–Busquets no es el meme de “no cantes”, sino el síntoma de una madurez competitiva: la rivalidad no excluye la gratitud. Durante años se les vio como polos opuestos: épica merengue versus pulcritud culé. Sin embargo, el fútbol que ambos representaron —distinto, sí; complementario, también— construyó una era. La despedida del uno al otro lo encapsula: “rival la mayoría de veces, compañero otras muchas”. Cuando las camisetas se guardan, queda la memoria compartida.

Y si a alguien le preocupa que Ramos acabe grabando una balada para su viejo antagonista, que respire: hasta donde se sabe, el central no ha anunciado un “Unplugged” con dedicatorias personalizadas. Aunque, visto el revuelo de su debut musical, si alguna vez lo hiciera, probablemente rompería otra vez internet. Mientras tanto, queda una imagen bonita para el álbum: dos emblemas de trincheras opuestas despidiéndose con respeto. Y, de paso, una frase que ya es leitmotiv en los comentarios: “Capi, todo bien con el homenaje… pero por favor, no cantes”.

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