¡Dígame Ud! ¿A quién se le ocurrió que podía esconder unas balas de metal, dentro de una lata de Nesquik? A un cubano.
Hay quien todavía cree que en los aeropuertos, especialmente en Estados Unidos, el escáner es una especie de cámara vieja al estilo José Martí Airport que apenas “mira” por encima de las maletas. Y no. Lo que hay ahí es tecnología que ve más de lo que uno quisiera que vea, y que convierte a esos intentos de esconder cosas en un juego de niños… si los niños se estuvieran metiendo en un problema federal.

Primero, hay que entender que un escáner no “ve” como un ojo humano: mide cómo los rayos X atraviesan cada material y registra cuánta energía se pierde en el camino. Esa pérdida es distinta para cada tipo de objeto: un bloque de metal absorbe casi todo, un trozo de plástico un poco menos, y un polvo orgánico aún menos. Luego, la máquina pinta eso en colores: naranjas para lo orgánico, azules o negros para el metal, verdes para lo inorgánico. El operador, entrenado para leer ese mapa, sabe cuándo algo no cuadra.
En Estados Unidos, cada vez más aeropuertos usan tomografía computarizada (CT) para equipajes.
Les explico en español. Como pueden ver en el video encima, no es un escáner plano: genera una imagen 3D del interior que se puede girar y cortar virtualmente para ver qué hay dentro de cada capa. Así, si escondes balas en polvo Nesquik o cocaína en una lata de atún, no basta con confiar en que “como es polvo, pasa”. El software detecta densidades y texturas que no corresponden con el contenido esperado. Y cuando la densidad y la forma cantan, el maletín canta también… pero en la mesa de inspección manual.
¿Que si se puede burlar un escáner? Técnicamente, sí. Hay intentos documentados: colocar el objeto prohibido detrás de algo muy denso para que quede en “sombra”, envolverlo en capas que confundan la lectura, o moldear la droga con la forma de un objeto legítimo. El problema es que un CT moderno puede girar la imagen y ver lo que se esconde detrás, así que esos trucos cada vez funcionan menos.
Y ojo, que el escáner no es la única barrera. Muchas maletas seleccionadas aleatoriamente pasan por revisión manual, perros detectores entrenados para oler drogas y explosivos, y pruebas químicas rápidas que identifican residuos invisibles.
¿Que no están en el aeropuerto de Miami? ¡Check this!
En resumen: por más creativa que parezca la idea de meter cocaína en una lata de atún o municiones en un bote de Nesquik, en un aeropuerto de EE.UU. el margen de éxito es mínimo. No es que no se haya colado nunca algo, pero el riesgo de que te pillen es tan alto que lo único garantizado es la estadía… en una celda.





