Cuando todo parecía indicar que la historia entre Juliette Valle y Eduardo López, más conocido por su icónico personaje La Flaca Verónica, había llegado a su final definitivo, los protagonistas decidieron darle un giro inesperado al guion. Lejos del drama, una de las parejas más seguidas de la farándula cubana ha vuelto con fuerza, y esta vez no hay espacio para rumores ni teorías: hay imágenes, besos y una complicidad que traspasa la pantalla.
“Cómo hacerme feliz… Dame un besito y dame comida”, escribió Juliette en su cuenta de Instagram junto a una foto donde aparece en una cena romántica con La Flaca en un restaurante de Miami. Una frase sencilla, cargada de ternura y sabor cotidiano, que bastó para encender las redes y confirmar lo que muchos ya intuían: los dos están más juntos que nunca.
El post no tardó en llenarse de mensajes de apoyo. “Ellos son los mejores”, comentó la influencer Kuki Delgado, mientras otros seguidores celebraban con picardía el retorno de la pareja: “Eso no es amistad, eso es amor del bueno”.
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Juliette y Eduardo habían anunciado su ruptura en mayo, dejando entrever que era una separación en buenos términos. Sin embargo, a mediados de julio comenzaron a dejar pistas. Miradas cómplices, apariciones públicas y esa energía inconfundible que nunca lograron disimular. El primer reencuentro oficial fue durante el gender reveal de la nieta de La Melliza -su compañera en el Pódcast de la Vida-, donde compartieron mesa, copas y hasta un beso, vestidos de blanco y más conectados que nunca.
Desde entonces, las apariciones han sido constantes. Se les vio bailando juntos en otro evento en Miami, relajados, riendo, disfrutando del momento. Y por si quedaba alguna duda, alguien los grabó luego en una pizzería, compartiendo otra escena cargada de química. Como si no hubiera pasado el tiempo. Como si, en efecto, el amor hubiera resistido las idas y vueltas.
Porque lo cierto es que lo suyo ya no es una simple relación mediática: es una serie con temporadas, pausas y regresos, donde el público se ha convertido en espectador entregado. Y ahora, en su tercera entrega, parece que han aprendido a quererse con menos ruido y más verdad.
