“Aquí tuve que morderla”: Actor cubano Felito Lahera revela que limpió casas para ganarse la vida en Miami

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A Felito Lahera, la vida le enseñó que los aplausos no pagan la renta. Desde su llegada a Miami, el reconocido actor cubano ha vivido una realidad que pocos imaginan al ver su rostro en la pantalla. En una conversación sin máscaras con el pódcast “Destino Tolk”, el artista compartió cómo ha tenido que dejar de lado el guion para escribir su propia historia, con brochas, timones, mopas de limpieza y una dignidad que no cede.

“Lo primero que tengo que hacer es buscar cómo ganarme la vida, en lo que sea”, fue lo primero que pensó al llegar a Miami, confesó, con esa honestidad que lo caracteriza. Sin poses ni falsas esperanzas, Lahera dejó claro que su prioridad era mantener a su familia. Tras su paso por Colombia, donde logró consolidar parte de su carrera actoral, llegó a Estados Unidos sin la ilusión de luces ni alfombras rojas. Sabía que la supervivencia no entiende de fama.

Y así fue: trabajó como coach en el conocido programa “Caso Cerrado”, luego como productor, y de ahí al teatro, su casa eterna. Pero la realidad económica impuso otros escenarios: “Tú no sabes la cantidad de casas que tuve que limpiar. Pinté casas, limpié casas, todo eso lo hice yo. Aquí tuve que morderla en lo que sea”, recordó sin rodeos.

También ha sido chofer de Uber, una experiencia que no esconde y que defiende con orgullo. “Todos son trabajos tan dignos como ser médico”, aseguró, rompiendo con el estigma que rodea muchas veces al trabajo físico entre quienes alguna vez brillaron en el espectáculo.

Pero no todo es resiliencia sin grietas. A veces, como él mismo dice, le entra “el gorrión”. La contradicción lo golpea fuerte: una mano sosteniendo una brocha de pintura mientras, del otro lado del teléfono, lo llaman desde Cuba para informarle que ganó un premio por una película. La paradoja de sentirse valorado en el arte mientras se gana el sustento con sudor ajeno a los focos.

Aun así, Lahera no se queja. Sigue conduciendo Uber, se mantiene activo en el teatro, forma parte de proyectos con PRONYR TV y acaba de grabar un cortometraje. Su motor no es la nostalgia, sino la vocación. No se rinde ni se avergüenza, porque sabe que el talento no caduca y que la dignidad no se negocia.

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Sobre su lugar como actor latino en Estados Unidos, lanza una reflexión cargada de realidad: “Si yo hubiera llegado a este país sabiendo hablar inglés, yo no me hubiera quedado en Miami”. Para él, el mercado actoral en español es limitado en esta ciudad. Con solo Univisión y Telemundo como grandes plataformas, y un cine hispano con escasa presencia, las oportunidades son mínimas, especialmente para los cubanos.

La historia de Felito es, en esencia, la de muchos cubanos que cruzan fronteras con el corazón en una maleta y los pies firmes sobre la tierra. Que se adaptan, resisten, trabajan, sueñan. Y que, aunque la vida les cambie el libreto, se las arreglan para seguir actuando… aunque sea entre brochas, asientos traseros y escenarios improvisados.

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