Inmigrantes detenidos por ICE se quejan: la comida es insuficiente y de mala calidad

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Diferentes centros de detención de inmigrantes administrados por ICE en Estados Unidos enfrentan crecientes denuncias de hambre, comida en mal estado y porciones insuficientes. Así lo reveló un extenso reportaje de NBC News, donde detenidos y defensores legales coinciden en que la situación alimentaria en estos centros es precaria y deteriora aún más las condiciones de vida de los inmigrantes.

Según NBC, inmigrantes retenidos en al menos siete estados aseguran que la comida llega tarde, en pequeñas cantidades, y en muchos casos está descompuesta o es incomible. En el centro de detención Golden State Annex, el salvadoreño Alfredo Parada Calderón declaró que ha recibido porciones mínimas de carne molida “tan fina que parece licuada”. Afirmó que, tras casi un año detenido, ha tenido que acostumbrarse al hambre.

Una abogada del Immigrant Defenders Law Center, Jennifer Norris, dijo a NBC News que varios de sus clientes han reportado carne con moho y alimentos que no cumplen con los estándares básicos. Las quejas se extienden a centros de detención en California, Texas, Luisiana y Nueva Jersey, entre otros.

NBC reporta también que en el Northwest ICE Processing Center de Tacoma, Washington, hubo este año siete violaciones sanitarias en la cocina, y en abril, al menos 57 detenidos sufrieron síntomas de intoxicación por col rizada recalentada contaminada con la bacteria Bacillus cereus.

A pesar de las denuncias, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) asegura que todos los detenidos reciben alimentación adecuada certificada por nutricionistas. Sin embargo, según NBC, las condiciones de hacinamiento —con casi 60,000 detenidos, un 45% más de lo aprobado por el Congreso— dificultan mantener la calidad y el ritmo de servicio de los alimentos.

La situación se ha agravado por la desaparición práctica de la Oficina del Defensor del Pueblo de Detención de Inmigración, un ente que antes permitía canalizar las quejas directamente desde los centros. La abogada Karla Gilbride, de Public Citizen, asegura que esa oficina fue desmantelada bajo la administración Trump.

La escasez de comida ha generado incluso altercados dentro de los centros, como el ocurrido en Delaney Hall, Nueva Jersey. A pesar de los desmentidos oficiales, las voces desde el interior de los centros siguen siendo claras: el hambre es una constante.

En Krome, al sur de Miami, ¿pasa lo mismo?

El congresista Carlos Giménez, quien emigró de Cuba hace más de seis décadas, visitó recientemente el centro de detención de Krome, al sur de Miami. Tras el recorrido, afirmó que las condiciones “no son inhumanas”, destacando que los 311 detenidos reciben tres comidas al día, atención médica y un sistema sanitario operativo. Reconoció, sin embargo, que “no es el Ritz”⁷.

No obstante, Giménez evitó interactuar directamente con los detenidos, tomando como base solo los testimonios oficiales. Así, quedó fuera de su diagnóstico la versión de los detenidos, quienes relatan encierros de hasta 22 horas diarias y serios problemas de higiene. La falta de testimonios directos habría limitado el alcance de su evaluación, según defensores de derechos humanos.

La congresista demócrata Frederica Wilson denunció que, antes de visitar Krome, las autoridades trasladaron a algunos detenidos para dar una imagen más favorable. Un contraste que cuestiona la transparencia del discurso político y la efectividad real del liderazgo de Giménez, cuyo rol en el Comité de Seguridad Nacional debería implicar una supervisión más crítica del sistema.

El contraste entre las afirmaciones de DHS y las denuncias de los detenidos refuerza un cuestionamiento: ¿se defienden con firmeza los derechos de los detenidos en los Centros de Inmigración?

Las fuentes oficiales parecen describir siempre un lugar aceptable, pero los testimonios y pruebas prácticas, como los recogidos por NBC News, apuntan a una realidad más condenatoria.

Recientemente un cubano que fue detenido en el aeropuerto de Miami tras su llegada a los EE.UU. procedente de Cuba, declaró haber vivido un calvario. Primero en Krome, luego en Texas y finalmente en Colorado, de donde fue sacado gracias a una moción presentada por su abogada.

El cubano, que dijo llevar viviendo en los EE.UU. 17 años pero es aun residente, dijo que siempre que lo trasladaron lo encadenaron; que apenas podía dormir porque cada 40 minutos los despertaban para hacer un conteo; y que les daban 3 minutos para ducharse y 2 para vestirse.

Su testimonio no parece diferir mucho del ofrecido por el reguetonero conocido como Leamsy la Figura, quien desde Alligator Alcatraz se quejó de hacinamiento y de mosquitos que parecen elefantes.

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