La Revolución que la periodista oficialista Elsie Carbón defendió y se entregó durante toda su vida, ya no existe. Es una entelequia. Y ella, o lo sabe y se rehusa a aceptarlo, o está haciéndose la despistada. ¿Qué pasó con Zoila Chávez? Pues que son unos desalmados monstruos tus dirigentes, querida.
La periodista oficialista cubana Elsie Carbó, quien se identifica en las redes como periodista de Juventud Rebelde, y quien también ha sido en otras ocasiones noticia en medios independientes por lanzar ocasionales dardos contra la ineficiencia estatal y un rafagazo a la periodista española procastrista Ana Hurtado, ha sorprendido una vez más a sus seguidores. En esta ocasión, Carbó se ha mostrado visiblemente confundida e inquieta por la muerte de Zoila Esther Chávez, madre del preso político y periodista independiente José Gabriel Barrenechea, quien no pudo despedirse de su hijo antes de fallecer.
Zoila, de 84 años, padecía un cáncer avanzado y vivía sola en Encrucijada, Villa Clara. Su último deseo era ver a su hijo, encarcelado SIN JUICIO, desde noviembre de 2024 por participar en manifestaciones pacíficas en contra de los apagones en el municipio. Sin embargo, el régimen no concedió el permiso. Barrenechea solo pudo ver el cadáver de su madre, bajo vigilancia, durante unos minutos tras el fallecimiento.
Ahora, Elsie Carbó ha hecho pública su «preocupación personal» a través de una publicación en Facebook:
“Me gustaría ganar en claridad en las razones por las que se le impidió al hijo ver a su mamá antes de morir”, escribió. “Confío en la causa revolucionaria a la que me enrolé desde sus inicios, convencida de su integridad y humanismo…”.
Sin embargo, sus palabras, ya sea por desconocimiento o por el tono en que inculpó de varios delitos a Barrenechea sin que estos hayan sido probados; delitos que además solo existen en las mentes castristas, lejos de generar consenso, despertaron un vendaval de críticas.
También por el hecho de que Carbó en una parte de su post dejó entrever una ceguera absoluta cuando expresó:
Supe de la muerte de Zoila Esther Chávez, madre de José Gabriel Barrenechea. quien se encuentra preso por participar en protestas en Encrucijada, su municipio de residencia. El fallecimiento de esta señora era cáncer y su estado general de salud era delicado, según declaraciones de fuentes allegadas publicadas en Redes Sociales, por lo que no era de extrañar su fallecimiento, ahora lo que sí es extraño para mí es que si ella pidió ver a su hijo estando en el hospital, no pudo verlo para morir en paz. Entonces leo los comentarios, nada alentadores contra la negativa de que se reunieran para el último adiós, y es precisamente esa medida la que no entiendo y me gustaría ganar en claridad en las razones por las que se le impidió al hijo ver a su mamá antes de morir.
«Es mi interés como ciudadana, amante de mi país y confiada de la causa revolucionaria a la que me enrolé en ella desde sus inicios, convencida de su integridad y humanismo, aún con las crisis más complicadas e incómodas que hemos vivido, pero donde siempre fue justa y transparente, como ejemplo para el mundo. Me gustaría saber por qué a este preso no se le permitió tal salvoconducto.»
Y ahí mismo se le cayó el cartelito.

Numerosos usuarios, aunque la trataron con mucho respeto dada su veteranía – y quién sabe si porque la conocen como persona humana amantes de los animales, etc – le recordaron que ese humanismo de la Revolución al que ella parecer aferrarse todavía, no existe más, si es que alguna vez existió. No longer. No more. Finito. Kaputt. Koniec.
Ahí mismo le recordaron, por si lo había olvidado, nunca lo supo o nunca se enteró, los hechos del remolcador 13 de marzo, las UMAP, la represión del 11J, los menores presos. La acusaron de ingenua, de encubridora, o simplemente de vivir en una Cuba paralela donde la Revolución aún es bondadosa, justa y ejemplar.
Lo irónico es que esta no es la primera vez que Carbó se mete en arenas movedizas.
En abril de 2022, denunció públicamente que dos cocodrilos del mini zoológico de Cumanayagua, municipio cienfueguero donde ella nació, estaban siendo alimentados con perros callejeros, debido a la falta de recursos estatales. Como solución, propuso algo que a muchos pareció absurdo: dar en adopción a los cocodrilos, al estilo de un perrito abandonado.
Aunque su reclamo fue genuino y bien intencionado, más teniendo en cuenta que existe una LEY aprobada de Bienestar Animal, muchos no sabían si aplaudirla por valiente o reírse por surrealista. Porque en la Cuba de hoy, sugerir adoptar cocodrilos parece más factible que esperar una respuesta institucional efectiva.
Pero su momento más ruidoso llegó en 2022, cuando se enfrentó virtualmente a la española Ana Hurtado, tras los polémicos ataques de esta defensora a ultranza del régimen cubano contra el cantautor Pablo Milanés, a quien Hurtado tildó de “gusano” y “traidor”.
Carbó, entonces, enfurecida, salió en defensa del trovador y lanzó una de sus frases más virales:
“Ana, cuando aún eras un espermatozoide navegando en el escroto izquierdo de tu papá, no sabías lo que sucedía en La Habana cuando la Nueva Trova se hacía sentir”.
Así, entre lo poético y lo grotesco, Elsie demostró que cuando quiere, puede ser filosa. Pero ahora, con el caso de Zoila, su tono fue otro: menos incendiario, más introspectivo. Quizás porque esta vez, ni la ideología, ni el dogma, ni el argumento de la “seguridad del Estado” logran justificar la decisión de no dejar que un hijo, que está detenido a la espera de un juicio, que no es un peligro para la sociedad por cuanto no es ni un violador ni un asesino, se despida de su madre moribunda.
Numerosos activistas y periodistas han denunciado que lo ocurrido con Zoila no es una excepción, sino una práctica recurrente del régimen cubano: aislar, castigar emocionalmente, prolongar el sufrimiento de los presos políticos y sus familias. Y muchos creen que la postura de Carbó es un intento por lavarle la cara al sistema desde adentro, mostrar cierta “preocupación”, pero sin romper nunca con la fe revolucionaria que profesa.
“No hay nada que aclarar, señora Carbó”, escribió un usuario. “Esto se llama crueldad institucional. Y usted lo sabe”.
Algunos creen que su post es un síntoma de una fisura interna dentro del oficialismo cultural, donde ciertos voceros del régimen comienzan a sentir pudor, o al menos incomodidad, ante lo que ven. Otros piensan que solo es una maniobra calculada para parecer equilibrada.
Lo cierto es que, como apuntó una comentarista:
“La Revolución que usted defendió quizás fue buena en sus inicios. Pero esta, la de ahora, no tiene ni sombra de aquella. Ni humana, ni justa, ni transparente”.
La historia de Zoila Chávez quedará como una más en la lista de atrocidades silenciosas que ocurren cada día en Cuba. Y la pregunta de Elsie Carbó, aunque tardía, sigue resonando: ¿Por qué no se le permitió a ese preso ver a su madre antes de morir? Y la respuesta, más allá de los argumentos burocráticos, se resume en una palabra que ni siquiera Carbó ha podido pronunciar: represalia
Lo cierto es que al menos tres personas inmediatas, según explicó el Licenciado en Derecho, Guenady Rodríguez, pudieron haber liberado aunque fuese por unas horas a Barrenechea para que su madre pudiera verlo antes de morir. Ninguno lo hizo.
Ayer lunes 5 de mayo, en Madrid, en el evento proselitista que encabezó la conductora de Con Filo, Gabriela Fernández, una de las preguntas que se le iba a hacer era esa precisamente: ¿qué pasó?
Varios flyers estaban allí, en manos de algunos manifestantes, para entregárselos a Gabriela, para que ella explicara, como «experta» en Filosofía Marxista Leninista, por qué nadie le permitió a esta anciana enferma, que como Elsie trabajó durante años y vivió casi toda su vida laboral en Cuba después del 59, aportándole al Estado, poder ver a su hijo antes de morir.
Tal vez, no lo duden, Elsie (como Gabriela) sepa la respuesta, lo que no puede decirla. O como le sugirieron en la publicación, simplemente, NO QUIERE VERLA (o reconocerla).
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