La familia de Raúl Riveros Vega, un hombre sordo y mudo con trastornos mentales no agresivos, ha denunciado su desaparición desde hace tres días. Según una publicación en Facebook de Irma Broek, Riveros fue visto por última vez en Panecitos, San Francisco de Paula, abordando una guagua. En ese momento, vestía un pulóver negro, short azul, gorra azul con la palabra «Cuba» y chancletas rojas. Sus familiares, desesperados, han compartido números de contacto para cualquier información sobre su paradero: 50175993, 54007772 y 7024151610.
En Cuba, las desapariciones de personas suelen estar vinculadas a intentos de migración ilegal o accidentes relacionados. Sin embargo, casos como el de Riveros, que no encajan en estos patrones, suelen ser invisibilizados.
Según un artículo de la revista Alas Tensas, las desapariciones no relacionadas con la huida del país, sino con homicidios o suicidios, son prácticamente invisibles. No es común que los familiares coloquen carteles de búsqueda en postes y puertas, ni que lo divulguen en medios de prensa, debido a la falta de espacios para ello y a la ineficiencia de las autoridades en la investigación de estos casos.
Ante la ausencia de un sistema oficial eficiente para la búsqueda de personas desaparecidas, la ciudadanía ha recurrido a las redes sociales y aplicaciones de mensajería para organizarse y difundir información.
Plataformas como Facebook, WhatsApp y Telegram se han convertido en herramientas esenciales para la búsqueda y localización de personas desaparecidas en la isla. Por ejemplo, la organización YoSíTeCreo en Cuba ha solicitado la implementación urgente de un sistema de notificación de menores de edad desaparecidos, similar a la Alerta AMBER, utilizando las redes sociales para compartir información y alertas; y otro para las mujeres desaparecidas.
La falta de información pública y de un cuerpo especializado en la investigación de desapariciones en Cuba ha llevado a que las familias dependan de sus propios medios y de la solidaridad ciudadana para buscar a sus seres queridos. La sección de búsqueda y captura del Ministerio del Interior (MININT) es la encargada de estas tareas, pero su enfoque principal es la represión a la disidencia, la oposición y el activismo, lo que deja un vacío en la atención a las desapariciones de personas no relacionadas con delitos.
En este contexto, la difusión de casos a través de redes sociales se ha convertido en una estrategia clave. Familiares y amigos comparten fotografías, descripciones y detalles de la última vez que se vio a la persona desaparecida, esperando que la información llegue a alguien que pueda aportar datos sobre su paradero. Esta práctica ha demostrado ser efectiva en muchísimos casos, logrando la localización de personas gracias a la colaboración ciudadana.
En otros, todavía, se espera una respuesta, una luz que permita dilucidar el misterio. Los nombres de Karildi Marín y el de la niña Lali Paola Moliner, son un triste recordatorio de todo lo que aún debe y puede hacerse, pues aún son casos que no han tenido un cierre efectivo. Tal vez quieras leer más sobre ellas. Si es así, haz click sobre las etiquetas encima.



















