Suele pasar que, cuando hablamos de bebidas típicamente cubanas, todo el mundo suele pensar de inmediato en cocteles como el Cuba Libre, el Daikirí o Mojito, o quizás en un buen batido de mamey (zapote), mango o frutabomba (papaya), de esos que solíamos disfrutar cuando la leche y la fruta no eran productos de lujo …
Todo esto está muy bien, pero existen otras bebidas mucho más tradicionales y que casi nunca son mencionadas en los textos turísticos sobre Cuba, tal vez por su falta de glamour, o porque rara vez se les consigue en las ciudades del país.
Entre esas olvidadas hay tres exquisitas, que incluso tienen propiedades medicinales y estimulantes: el prú oriental, el aliñado y la canchánchara, tres licores bien cubanos.
CANCHÁNCHARA
Para muchos, este fue el primer coctel eminentemente cubano, y el más antiguo. Si bien nació la manigua oriental durante las guerras de independencia, actualmente su meca es una taberna de la villa de Trinidad, en Sancti Spíritus.
La canchánchara se hace con aguardiente, limón y miel de abejas. Solía beberse caliente, en jícaras. Es nutritivo, tonificante e ideal para soportar el frío del monte. Quizás por eso ha caído en desusos: con estos calores…
En la actualidad es servido en pequeñas vasijas de barro, con hielo, una rodaja de limón y algún que otro agrego que le aporte amargor y aroma.
PRÚ
Bebida fuerte, refrescante y efervescente, todo un energizante natural que se hace con raíces del monte, jengibre, bejuco ubí, canela en rama, azúcar prieta y otros ingredientes: según los ancestros, ese brebaje ayuda a la digestión, aplaca los calores, baja la presión arterial y eleva la líbido.
Hace par de siglos, cuando muchos colonos franceses que huían de la Revolución de Haití recalaron en el Oriente de Cuba y trajeron costumbres y saberes, comenzó a oírse hablar del prú. Aunque igual se produce de manera industrial, sin dudas el prú artesanal es mejor, incluso cuando se le enriquece con raíz de palma, retoños de pino o aguardiente.
ALIÑADO
A este licor le llaman “el trago de los nacimientos”. Esto se debe a una tradición de los campos cubanos: cuando una mujer sale embarazada, la familia elabora este coctel en un recipiente de cristal, que es sellado y enterrado hasta el nacimiento de la criatura.
Algunas familias lo preparan cuando nace una niña, y lo desentierra cuando esa niña ya es mamá, lo cual convierte al aliñado en una deliciosa bomba de alcohol.
Para hacerlo, se mezclan en un recipiente de cristal aguardiente de caña, almíbar y todas las frutas naturales a mano: papaya, uva, piña, cereza, ciruela, caña, plátano, etc… Sabe muy rico, pero en exceso causa una borrachera descomunal.
