En audios incluidos en la investigación judicial del caso Koldo, el exasesor político Koldo García Izaguirre participa en conversaciones en las que personas le solicitan favores de todo tipo: desde contactos diplomáticos hasta servicios sexuales, en un reflejo estremecedor de prácticas machistas, degradantes y corruptas. Uno de los fragmentos más inquietantes incluye la frase: “Gorrión… tráeme una cubanita para este fin de semana”, en referencia a una mujer cubana, aparentemente prostituta, solicitada como un favor personal, según recogió la cadena LaSexta.
Las grabaciones, en las que Koldo se autograbó miles de audios, reflejan cómo se desempeñaba como «conseguidor» de múltiples servicios, operando dentro del entorno cercano al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) cuando su jefe era José Luis Ábalos, entonces ministro de Fomento.
Las peticiones que recibió fueron vergonzantes: favores sexuales explícitos, arreglos de citas con mujeres y recomendaciones incluso sobre cómo deberían vestirse esas mujeres para exhibirse adecuadamente, según un análisis de The Objective.
La gravedad de estos audios no se limita a lo ofensivo, sino que revela una cultura de misoginia institucional.
En uno de los audios, Koldo aconseja a una mujer que use prendas que «dejen ver teta o culo», o incluso dinero, con el fin de agradar o beneficiar a sus contactos. La naturalización de esta conducta, dentro del entorno ministerial y empresarial, añade dimensiones inquietantes: es abuso de poder, cosificación de mujeres y criminalización de la política pública.
Este escándalo ha despertado indignación incluso dentro del PSOE. Voceras socialistas han definido estos audios como “vómito moral”, afirmando que representan un desprecio hacia los valores fundacionales del partido, especialmente su identidad feminista y su compromiso con la igualdad. A pesar de todo esto, el PSOE, en boca de su principal figura, el Jefe de Gobierno Español, Pedro Sánchez, no parece interesado en dimitir.
El escándalo se ha producido, además, en medio de la investigación judicial llamada Operación Delorme, que apunta a Koldo y exdirigentes del PSOE por presuntas mordidas, contratos públicos amañados y enriquecimiento ilícito durante la pandemia. Gómez Celade señala que las audiencias y los testimonios de corrupción se ven empapados por un halo de desigualdad de género, pues se entiende que las mujeres solo eran parte del «servicio» a ser proveído a los hombres implicados, lo cual merece repudio social y penal.
El caso Koldo ya enfrenta auditorías, investigaciones judiciales e interrogatorios parlamentarios. Pero estas grabaciones exponen también una ética personal y política deteriorada que no solo compromete su figura sino que abarca prácticas misóginas normalizadas. Debe ser momento de reflexión: si la función pública se convierte en un mercado de favores sexuales, se está traicionando a la democracia, a los valores republicanos y a los principios de dignidad humana que deben guiar la vida pública.
Sin embargo, más allá de lo que reflejen y señalen las investigaciones que se están realizando actualmente, es necesario ir más allá de la condena mediática: estas prácticas, si se comprueba su relación con tráfico de influencias, explotación o trata, deben recibir respuesta contundente en los tribunales. Pedir “una cubanita” o gestionar mujeres para actos sexuales no puede ser una banalidad dentro de círculos de poder; es una forma de violencia machista y un posible delito.
Porque, si estos son nuestros políticos… ¡jodidos estamos!
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