Ana María Daniel, conocida entre los seguidores del género urbano por haber sido pareja del reguetonero cubano El Micha y madre de sus dos hijos, ha decidido abrir una nueva puerta profesional: el mundo del contenido digital. Aunque durante años mantuvo un perfil discreto, hoy suma casi 30 mil seguidores solo en Instagram y promete que esta vez viene dispuesta a mostrarse tal cual es.
En un video reciente, Ana María contó que tomó la decisión animada por un consejo cercano. “Un amigo mío me dijo que hablara más de mí”, confesó, explicando que durante mucho tiempo evitó las redes por temor y desconocimiento. Esa frase fue suficiente para darle el empujón que necesitaba para lanzarse a compartir su historia, una que, según asegura, está llena de episodios memorables.

Con una mezcla de humor, seguridad y un toque de nostalgia, reveló detalles de su origen. “Soy orgullosamente original de Mayarí, Holguín”, dijo, antes de recordar que eligió el camino artístico desde muy joven. Su entrada al mundo del arte fue particular: “Cogí Instructores de Arte y mi primer baile delante de mis profesoras de ballet fue una improvisación con una canción de Linkin Park”.
Esa confesión vino acompañada de otra que sorprendió a más de un seguidor: su identidad musical. “Yo soy rockera, me casé con un reguetonero, pero soy rockera”, afirmó entre risas, mencionando a Rammstein como uno de sus grupos favoritos. Para quienes la habían visto siempre asociada al reparto y a la escena urbana, la revelación abrió una puerta a una Ana María diferente, más auténtica y más cercana a sus gustos reales.

En otro de los videos publicados recientemente, la cubana agradeció nuevamente a su amigo por empujarla a este nuevo comienzo. Allí adelantó lo que muchos esperaban escuchar: “Voy a empezar a darles un poco de contenido, de cómo soy yo, que nadie sabe, porque yo tengo muchas cosas para contarles de mi vida, lindas y cómicas”.
Ese deseo de mostrarse más humana y accesible se repite a lo largo de sus nuevas publicaciones. En una de ellas reconoce que, aunque antes se escondía del algoritmo, ahora entiende el valor de la conexión con su audiencia. “Ya he aprendido un poco de las redes. Antes les tenía miedo, pero he entendido que hay personitas que están pendientes de lo que yo hago o que les gustaría saber un poquito más”, comentó.
Y parece que la determinación llegó para quedarse. Con su característico desparpajo, Ana María prometió una cuota diaria de humor y naturalidad. “Todos los días voy a empezar a poner algo chistoso de mi vida. Porque yo soy comiquísima, no soy esa cara difícil que ven ahí. Antes sí me hacía la brava porque no sabía cómo funcionaba, pero ya aprendí y se me ha hecho bastante fácil”.





