Este episodio resalta la desconexión entre ciertos artistas oficialistas y el sentir popular, evidenciando que, a veces, el empuje propagandístico no basta para salvar una canción que, musical y socialmente, ha chocado con la realidad.
Solo cuando Díaz-Canel asomó la cabeza, cuando la ministra estaba siendo empujada, no "por la mafia de Miami", sino por la indignación nacional a presentar su renuncia, cuando el árbol ya estaba prácticamente derribado, entonces Raúl Torres apareció, piadoso, compungido, y publicó un panfleto supuestamente analítico donde nos explica —a nosotros, los pobres mortales que denunciamos libremente, sin restricciones de datos por parte de una compañía telefónica, y sin miedo a que lo que digamos en Facebook nos pueda servir como prueba para diez años de cárcel— que todo fue un linchamiento digital orquestado desde Miami, la CIA y los youtubers de la USAID.
El trovador cubano Raúl Torres ha logrado convertir su berrinche de días pasados en una victoria simbólica, o al menos eso le prometieron.
Su molestia...