Tras el azote del huracán Melissa por el oriente de Cuba, el país se mueve en dos planos que parecen no tocarse. En uno, la ONU anuncia un plan de 74,2 millones de dólares y aterriza en Santiago de Cuba con 4,375 lonas para hogares sin techo. En otro, madres como Yurisleidis Remedios se graban desde barrios de Santiago para denunciar que “nos estamos muriendo de hambre”, que las morgues “están colapsadas” y que, pese a las donaciones anunciadas, en sus neveras no hay nada y en sus cocinas solo queda leña.
El rebrote cubano ocurre, además, en un contexto de interrupción de campañas de control por falta de combustible y de personal, y con brigadas de fumigación que llegan tarde o no llegan. La combinación de crisis energética, viviendas dañadas por Melissa y presión epidemiológica es la ecuación que vuelve “invernal” un pico que antes asociábamos solo a las lluvias.
En resumen: sí, el dinero alcanza, pero solo si se elimina la burocracia, se articula la producción nacional y se evita el modelo de venta de materiales al damnificado. Los cálculos no son teóricos; son los mismos que la sociedad civil ha expuesto estos días en redes y foros técnicos. Con 74 millones bien gestionados, Cuba puede reconstruir todas las casas perdidas y devolver el descanso básico —una cama, un techo, un refrigerador funcionando— a quienes lo perdieron todo.
El mapa de daños que justifica la magnitud del pedido no necesita adornos. Granma, Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo concentran deslizamientos, derrumbes de viviendas, afectaciones masivas en redes eléctricas y cortes de rutas; los boletines de OCHA venían alertando desde finales de octubre que la fragilidad de la infraestructura y los servicios haría más prolongada la vulnerabilidad de hasta tres millones de personas si la reconexión eléctrica y de telecomunicaciones no avanzaba con rapidez.
La isla, mientras tanto, trata de recomponerse con sus propias fuerzas. Defensa Civil movilizó evacuaciones masivas y brigadas de reparación eléctrica, pero el deterioro previo de la infraestructura complica una recuperación rápida. En un Caribe que intenta reponerse de un evento extremo, Melissa deja al descubierto no solo casas destruidas y puentes caídos, sino relaciones bilaterales rotas en el peor momento para miles de familias.
La “victoria” anual sigue en el marcador, pero la cancha se inclinó. La ONU le recuerda al mundo que el embargo existe; los votos que pierde Cuba recuerdan que su soledad también.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) envió a Cuba un cargamento de ayuda humanitaria para apoyar a los damnificados ante el paso del huracán Melissa.
Así cerró un día “top” de la farándula americana: un cómico que convierte el backlash en rating; una superestrella que convierte la maternidad en relato global; y una estudiante universitaria, hija de dos celebridades - si no es por eso... - que convierte la salud pública en trending topic. Tres escenas, un mismo ecosistema: el del espectáculo que, entre flashes y algoritmos, sigue marcando el pulso de lo que hablamos, debatimos y compartimos.
El episodio - esa especie de "tres en uno" - seguirá produciendo titulares mientras Servicio Secreto y la ONU depuran reportes y verifican cronogramas, controles y quién tocó qué botón y cuándo. Hasta entonces, lo seguro es el ruido: el político que domina la conversación pública volvió a convertir un tropiezo técnico en un capítulo político de alto voltaje.
Mientras Trump saca pecho ante sus vecinos y se presenta como el defensor de la soberanía estadounidense, las consecuencias de su "segunda guerra comercial" podrían ser más costosas de lo que espera, coinciden en afirmar todos los medios consultados y citados.
La destitución de Diana Mondino y la designación de Gerardo Werthein como nuevo canciller de Argentina marca una etapa de cambios profundos en la política exterior del país. El episodio refleja la determinación de Milei de promover una política exterior alineada con sus principios de libertad y democracia, aunque esto signifique un enfrentamiento directo con gobiernos de izquierda en la región. El desenlace de esta situación es incierto, pero las acciones de Milei evidencian un cambio significativo en el rol de Argentina en el escenario internacional, mostrando una postura más decidida y radical que busca redefinir los compromisos diplomáticos del país.