Miami-Dade tiene recursos, pero no milagros. Lo que muestran estas dos historias es que la violencia se sofistica y se disfraza: a veces viaja oculta bajo la carrocería de un sedán, a veces se esconde detrás de una puerta cerrada por fuera. El resto es trámite de juzgado y partes policiales; lo urgente sigue siendo que nadie tenga que vivir con miedo de quien conoce sus rutinas o de quien posee la llave de su cuarto.
El colapso hospitalario no es un fenómeno aislado. Lo que ocurre en Cienfuegos se replica en Villa Clara, Holguín y Guantánamo, donde las ambulancias escasean y los entierros improvisados se vuelven habituales. La crisis sanitaria se entrelaza con un brote epidémico —posiblemente de dengue o leptospirosis— que el gobierno evita reconocer. Médicos cubanos en redes alertan sobre hospitales sin antibióticos, sin oxígeno y sin electricidad durante horas críticas.
Los casos aquí reunidos, denunciados por los activistas e informadores cubanos Niover Licea y José Luis Tan Estrada, forman un mismo cuadro, aunque sucedan en provincias distintas y con actores distintos. En el servicio militar de un muchacho de 18 años, en los pasillos de Taco Taco, en la Prisión Pendiente de Santa Clara, en la cárcel de Panamá en Güines, en el cuerpo de guardia pediátrico de Cienfuegos y en la sala donde un anciano esperó una ambulancia, se repiten palabras como abuso, abandono, extorsión, castigo, silencio. Y se repiten, también, los nombres de quienes deberían responder: jefes de prisión señalados como Yurianis Spek, Ángel Figueroa "Redondeaow", Islander Laffita Turro y el primer teniente Fabelo, amparados, según denuncias, por superiores como Carlos Quintana y Juan Ramón Castillo. La exposición de esos rostros no es un acto de venganza: es una forma de registro público cuando las vías institucionales fallan o se cierran.
La muerte del joven de Quivicán vuelve a poner sobre la mesa la urgencia de revisar las condiciones del Servicio Militar en Cuba, así como la falta de derechos para los conscriptos.
La muerte de Zayneb‑Cassandra en Francia suma una nueva capítulo doloroso, pero también es un llamado urgente a reforzar controles, protocolos y cultura de seguridad para evitar que la “inocencia” termine en tragedia.
Estas declaraciones ponen de manifiesto la imperiosa necesidad de una mayor transparencia y responsabilidad por parte de las autoridades cubanas en la gestión de sus recursos humanos y materiales, especialmente en contextos donde la vida de jóvenes soldados está en juego.
La demora en la investigación - han pasado ya 72 hrs desde que el joven denunciara el abandono de los 29 niños - ha suscitado sospechas entre los cubanos, que están plenamente conscientes de que la Seguridad del Estado podría intervenir para manipular el relato del joven.
Oscar impactó en Cuba como un huracán de categoría 1, pero la lentitud de su paso y la acumulación de lluvias causaron un aumento inesperado de los caudales de agua, que llevaron al desbordamiento del embalse Los Asientos.