Una joven tunecina anunció en Facebook que viajaría sola a Cuba y recibió respuestas opuestas: advertencias severas sobre epidemias, escasez y delincuencia, junto a una avalancha de ofertas de alojamiento, negocios y guías informales. El hilo revela la tensión entre hospitalidad, necesidad económica y un país sumido en crisis.
En el noveno aniversario de la muerte de Fidel Castro, Cuba amaneció entre rituales oficiales en Candelaria y una realidad marcada por apagones, calor insoportable y una invasión de mosquitos. Mientras unos celebraban la mística revolucionaria, otros solo pensaban en sobrevivir a otra noche sin luz ni descanso.
La solución real no está en las cáscaras, está en el presupuesto, en la ciencia, en el control vectorial, en la transparencia, en el abasto. Movilizar fumigación constante, revisar aguas, eliminar criaderos, formar comunidad. Todo lo que nunca va incluido cuando el discurso oficial propone aromatizar el humo.
Esta situación pone de manifiesto la urgente necesidad de una mejor gestión gubernamental y de un aumento en la inversión en salud pública y saneamiento para enfrentar la creciente crisis epidemiológica en Cuba.