Si estabas pensando irte de Miami, tal vez valga la pena esperar. Entre el ruido político y el calor del asfalto, puede que esté gestándose una versión más sólida de la ciudad: una que combine oportunidad, innovación y una dosis de optimismo que, aunque a veces parezca ingenua, sigue siendo parte esencial de su identidad.
La familia de Arian pide que cualquier persona que posea información verificable —fotografías recientes, lugar de trabajo, contactos en Moscú— la comparta de forma directa. En casos similares, los allegados han recurrido a consulados, ONG de asistencia a migrantes y comunidades de cubanos en Rusia para activar búsquedas. Mientras llegan novedades oficiales, la prioridad es establecer si está a salvo y dónde fue visto por última vez.
La escena tiene algo de crónica de época: una carretilla de cemento convertida en pasaporte emocional. En la Granada de las grúas, los cubanos —y otros muchos latinoamericanos— están dispuestos a empuñar la pala para levantar paredes ajenas. Y, con un punto de sorna, quizá también para levantar los cimientos de una vida que, por ahora, solo puede edificarse lejos. Porque si en casa faltan ladrillos, siempre quedará la mezcla… y la esperanza de, algún día, volver a construir lo propio.
Los efectos combinados, a tenor de lo que pueda decir ella, dibujan un panorama inquietante. Por un lado, la economía se resiente en sectores que dependen de la mano de obra inmigrante. Por otro, la imagen del país como destino abierto y atractivo se erosiona en el escenario global. Entre tanto, voces como la de Salazar insisten en que no se puede seguir ignorando el aporte de quienes trabajan en silencio para sostener la vida cotidiana.
Juan González, un pinareño de 45 años, decidió lanzarse al ruedo del amor con una estrategia poco común pero directa: publicó en redes sociales un breve mensaje donde se presenta como “dueño de una Mipyme de construcción” y declara, sin rodeos, que busca una mujer “a quien entregarle el corazón”
“El presidente del Gobierno de Playa ya terminó conmigo y pasa mi situación a la Dirección Municipal de Vivienda de Playa, que a estos les importa un bledo cómo viven los cubanos de a pie pues en vez de resolver los problemas, lo que hacen es agravar más la situación”, denunció.