En medio del nuevo endurecimiento migratorio de la administración Trump, la única voz cubanoamericana de Miami-Dade que ha salido públicamente a cuestionar la política y defender a sus electores es María Elvira Salazar. Mientras Marco Rubio, Mario Díaz-Balart y Carlos Giménez optan por comunicados genéricos o silencios estratégicos, Salazar asume el costo político de denunciar lo que considera un castigo colectivo contra comunidades que ya viven en un limbo legal.
Cuando los mismos que corearon “Build the Wall” te explican que solo querían una puerta para su familia y descubren que también la soldaron, el voto se convierte en un espejo incómodo. Y el estribillo que se escucha, por primera vez en mucho tiempo, es este: votaron por Trump; ahora dicen que se le fue la mano.
Al opositor cubano Joel Pérez le negaron su caso de Asilo Político. En días pasados, el caso de Oscar Casanella quedó en suspenso. ¿Cuánto más hay que esperar y ver para despertar como comunidad? ¿Para que nuestros políticos actúen como deben actuar?
Fernández, presidente de MBF Healthcare Partners, expresó al Miami Herald su frustración con la clase política cubanoamericana. “Estoy avergonzado. Hemos huido de dictaduras para ahora guardar silencio ante políticas crueles. Esa pasividad es complicidad”, dijo. Según Fernández, los líderes cubanoamericanos temen represalias de Trump y están priorizando sus carreras políticas por encima de su comunidad.
La comunidad artística de Miami se prepara para celebrar a Lourdes López, cuyo nombre quedará indisolublemente ligado a la historia del ballet en la ciudad y cuyo legado servirá como estímulo para futuras generaciones.