Un hecho que ha pasado sin un análisis exhaustivo en los medios oficiales es el incremento de la mortalidad infantil en la isla, lo que históricamente había sido uno de los baluartes de la llamada revolución promulgadas por Fidel Castro.
De acuerdo con cifras divulgadas por el propio gobierno Cuba ya registra 8,2 muertes infantiles por cada 1000 nacidos vivos, un dato que podría ser mayor debido al conocido hermetismo de las autoridades sobre estos temas sensibles y que confirman el desmoronamiento del sistema de salud en el país.
El ministro de Salud Pública José Ángel Portal Miranda, divulgó que esta cifra es la más alta en un cuarto de siglo durante una comparecencia en la Asamblea Nacional del Poder Popular.
El medio digital Diario de Cuba (DC) indicó que «el dato, que podría enmascarar una dimensión aún mayor del problema, teniendo en cuenta la opacidad y las trampas estadísticas del régimen, marca un retroceso alarmante para un país que durante décadas se presentó como referente regional en salud materno-infantil»
Pero no es solo esa cifra que despierta las alarmas en la sanidad cubana. La mortalidad materna también sufrió un aumento importante al alcanzar el número de 56,3 por cada 1000 nacidos vivos. «Esta subida del 19% revela la incapacidad del sistema para garantizar partos seguros en condiciones mínimas», añadió la publicación.
Diario de Cuba indicó que «apenas 28.400 nacimientos se produjeron en el primer semestre de 2025, casi 7.000 menos que en igual período del año anterior. La cifra no solo refleja precariedad material, sino también el creciente temor de las mujeres cubanas a traer hijos al mundo en un entorno sanitario colapsado y propenso a violencia obstétrica».
Analistas citados por el citado medio indican que se puede frenar esa crisis sanitaria declarando una emergencia sanitaria nacional que permita canalizar ayuda humanitaria internacional; reactivar la atención primaria de salud, especialmente en zonas rurales y barrios periféricos; asegurar el suministro básico de fármacos y equipamiento, con apoyo de organismos multilaterales o la diáspora, son algunas propuestas.
«Asimismo, se hace necesario crear un plan de retención médica, que debe empezar por ofrecer condiciones laborales mínimas a los profesionales, así como establecer la transparencia de información y datos, y permitir el monitoreo independiente de la situación», añadió DC.





