En medio de de la peor crisis energética de la historia reciente de Cuba, la isla pierde una de sus principales fuentes flotantes de generación eléctrica según informaron diversos medios. La patana turca Suheyla Sultan zarpó este miércoles de la bahía de La Habana con rumbo aún desconocido, luego de que las autoridades confirmaran que dejaría de operar en la isla por «motivos comerciales».
Pese a que su retiro ya se había anunciado, la plataforma se mantuvo en funcionamiento —aunque con un rendimiento por debajo de lo habitual. Su marcha representa un duro revés para el Sistema Electroenergético Nacional (SEN), ya que aportaba 240 megavatios (MW), una cifra comparable con la generación actual de la termoeléctrica Antonio Guiteras, en Matanzas, considerada la más potente del país.
La Suheyla Sultan había llegado a Cuba en febrero de 2023 como parte del acuerdo firmado con la empresa turca Karadeniz Holding, un contrato que en su momento fue presentado como solución de emergencia ante la debacle energética. En el punto más alto del convenio, ocho patanas operaban simultáneamente en distintas zonas del país. Hoy solo queda una, fondeada en Regla y funcionando con serias limitaciones por falta de combustible.
Curiosamente, Karadeniz ya no menciona a Cuba en su sitio web oficial, pese a que fue aquí donde iniciaron sus operaciones en América Latina. Una omisión que, a estas alturas, parece más simbólica que técnica.
El sábado, el director técnico de la Unión Eléctrica (UNE), Lázaro Guerra, confirmó que la plataforma turca sería desconectada, e intentó tranquilizar a la población asegurando que se estaban tomando medidas para evitar mayores afectaciones.
Pero lo cierto es que la crisis no da tregua: solo ese día, el país reportó un déficit de generación de 2.010 MW, lo que dejó a más de la mitad del territorio nacional sumido en la oscuridad. Apenas unas semanas antes, el 21 de julio, se había alcanzado el récord histórico de 2.054 MW.
Desde hace meses, el propio ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, venía advirtiendo que las patanas tenían los días contados. En diciembre de 2024, frente a los diputados del Parlamento, reconoció que no se estaban cumpliendo los compromisos financieros con la empresa turca. Ya en julio, ante una comisión de la Asamblea Nacional, admitió que apenas se habían podido hacer «pagos mínimos» para mantenerlas operativas durante el verano.
Con la salida de la Suheyla Sultan, se cierra otro capítulo de las soluciones temporales que el gobierno cubano implementó en los últimos años para intentar paliar la crisis eléctrica. Y aunque muchos sabían que era cuestión de tiempo, su partida agrava un escenario ya colapsado.
