Okupas violentos se adueñan de casa de escritor en Holguín

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En Holguín, Cuba, el reconocido escritor Gabriel Pérez enfrenta una situación que ha dejado a la comunidad en estado de alarma: su casa ha sido invadida por extraños, mientras la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) aún no resuelve el caso.

A través de una transmisión en vivo en redes sociales, Gabriel describió los eventos con una mezcla de frustración y desconcierto, mencionando que esta invasión se suma a una serie de incidentes extraños que ha sufrido en los últimos meses, lo que ha llevado a algunos a sospechar de la implicación de fuerzas mayores, como la propia Seguridad del Estado.

En su directa, Gabriel expresó lo siguiente: «Mi casa ha sido ocupada por extraños. Estoy ocupando el apartamento de la escritora Mariela Varona, quien está hospitalizada en La Habana debido a un aneurisma. Desde hace unos meses, he estado lidiando con situaciones extrañas, comenzando por el robo de algunas pertenencias de mi mochila. En ese robo, no se llevaron ni mi teléfono ni mi tableta, pero sí memorias, tarjetas de banco y mi carnet de identidad. Desde entonces, he afrontado intimidaciones y amenazas que preferí callar para no preocupar a mis seres queridos».

Estas palabras, llenas de resignación y preocupación, dejaron entrever el peso de las amenazas que ha enfrentado el escritor.

Aunque Gabriel insiste en no juzgar ni culpar a nadie, menciona que estos hechos podrían ser parte de una «trampa» tendida en su contra. Al señalar que acudió al lugar equivocado para presentar la denuncia y que ha sido orientado hacia una unidad de la PNR, Gabriel también deja ver la ineficiencia del sistema al que ha recurrido en busca de protección.

La situación de Gabriel no es aislada en Cuba.

En los últimos años, se ha visto un aumento de reportes sobre «individuos» que invaden propiedades, a menudo bajo la sombra de la permisividad o, en algunos casos, la complicidad de las autoridades.

Entre los casos comunes tenemos aquellos que pintorretean fachadas de casas o arrojan tierra, fango a los portales de las casas, de personas que son incómodas al sistema, como le sucedió a los activistas y opositores Amaury Pacheco, en Alamar; y Saily González, en Santa Clara; o Yunior García Aguilera, en La Habana. En el caso de este último, hasta arrojaron una paloma muerta en la puerta de la casa. También está presente la muerte muy sospechosa, de la mascota del activista animalista Javier Larrea.

En ninguno de esos casos, la policía buscó a nadie. No investigó nada, y mucho menos, encontró y acusó a un culpable.

Las sospechas de que estos «personajes» podrían estar amparados por la policía o la Seguridad del Estado han cobrado fuerza ahora con el caso de este escritor en Holguín, especialmente por los antecedentes del propio Gabriel, quien suele no callarse un desmán de los tantos que sufre día a día a manos del régimen.

Su carácter incómodo y su activismo lo han convertido en una figura vigilada, lo que alimenta las teorías de que este asalto a su vivienda podría no ser un simple incidente fortuito, sino una maniobra orquestada para intimidarlo.

«En la medida en que se resuelva esta situación, sabremos si se trata de una coincidencia o si hay algo más detrás», reflexionaba Gabriel en su transmisión.

A pesar de sus esfuerzos por no alarmar a quienes lo siguen, el escritor no puede evitar mostrar su preocupación por lo que podría ser una emboscada planeada con cuidado. Durante la directa, hizo un llamado a sus seguidores para que grabaran y compartieran el video, temiendo que su testimonio pudiera desaparecer misteriosamente, como ha ocurrido en ocasiones anteriores.

El caso de Gabriel es un recordatorio de la vulnerabilidad en la que se encuentran muchos en Cuba.

Mientras las autoridades permanecen pasivas o incluso cómplices, las voces disidentes o incómodas, como la de este escritor, son silenciadas o intimidadas de maneras sutiles, pero efectivas.

La situación de Gabriel, que ya ha pasado por amenazas y robos anteriores, parece escalar, y la falta de respuesta de la PNR solo refuerza la sensación de desprotección que experimentan aquellos que se atreven a expresar sus ideas libremente.

Muchos de su seguidores y amigos se manifestaron preocupados por lo sucedido. Gabriel, posteriormente a la denuncia hecha, publicó otro post, en el que aseguró que se encontraba protegido y en buen estado de salud.

Mientras Gabriel espera que su hogar, ese espacio que debería ser su refugio, sea desocupado por la policía y los «extraños» sean arrestados, la pregunta que todos se hacen es: ¿quién los ampara? ¿Y qué hará, si es que hace algo, la policía cubana al respecto?

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