El gráfico difundido por CBS News Miami este fin de semana era sencillo pero demoledor: un gran titular sobre la aprobación del presidente, el logo de la encuestadora Gallup y un dato central, apenas un 35 % de apoyo entre los estadounidenses, acompañado por dos ideas que resumen el momento político actual, el nivel más bajo de su segundo mandato y una caída del respaldo entre republicanos e independientes. La imagen acompañaba un segmento sobre cómo el desgaste económico y los conflictos en política exterior están pasando factura en la opinión pública.
Los números de Gallup publicados a finales de julio ya habían encendido las primeras alarmas. Entonces, la encuestadora situó la aprobación del presidente en un 37 %, el registro más bajo de su segundo mandato y cercano a su peor nivel histórico, con una caída de diez puntos desde que asumió nuevamente el cargo en enero. La principal sangría se producía entre los independientes, cuyo apoyo se desplomó 17 puntos hasta apenas un 29 %.
Desde entonces, otros sondeos han confirmado la tendencia. Un estudio de Pew Research Center mostró, por ejemplo, un fuerte deterioro de la percepción sobre las políticas presidenciales entre votantes latinos, incluido un segmento de republicanos hispanos que había sido clave en su regreso a la Casa Blanca. Paralelamente, un sondeo de CBS News/YouGov registró un desplome en la aprobación de su manejo de la economía, con solo un 36 % de respaldo frente al 51 % de marzo, reflejo de la frustración ante la inflación persistente y el aumento del costo de la vida.
El mensaje que acompaña el gráfico televisivo sintetiza esa combinación de factores: la aprobación global cae por debajo del 40 %, se recorta el colchón entre sus simpatizantes más fieles y crece el malestar entre independientes y sectores moderados del propio partido gobernante. Aunque sigue conservando un apoyo muy alto entre los votantes más identificados con su agenda, el escenario recuerda que ningún presidente gobierna solo con su base.
La reciente paralización del gobierno federal, resuelta tras semanas de negociaciones agrias en el Congreso, tampoco ha ayudado. Varios análisis apuntan a que la ciudadanía percibe que el presidente no está dedicando suficiente atención a la economía mientras se acumulan frentes en el exterior, desde la tensión con Venezuela hasta las fricciones en Europa del Este.
En ese contexto, la encuesta de Gallup y su versión televisiva en Miami funcionan como una instantánea incómoda: el mandatario entra en la segunda mitad de su mandato con menos de cuatro de cada diez ciudadanos satisfechos con su gestión, una base que aún le es leal pero más inquieta, y un electorado independiente que se aleja a paso firme. De aquí a las legislativas de 2026, cada nuevo dato de aprobación será leído como un termómetro de su capacidad para retener el control del Congreso y sostener su agenda.





