En pocos días, varios hechos violentos con presuntos implicados hispanos o cubanos han encendido alarmas en Florida y reavivado debates sobre seguridad, migración y convivencia cívica. La preocupación no es solo por la gravedad de los sucesos en sí, sino por el efecto “eco” que pueden generar: más estigmas, una narrativa pública tóxica y, eventualmente, respuestas institucionales más duras que terminen afectando a comunidades enteras por actos individuales.
El caso más estremecedor ocurrió en el condado de Volusia: el oficial de Edgewater David Jewell, fuera de servicio, fue asesinado a tiros en una gasolinera Circle K de Ormond-by-the-Sea. Las autoridades detuvieron al sospechoso, Eduardo Felipe Labrada Machado, de 24 años. Cubano, según la cadena Telemundo51.
El alguacil Mike Chitwood describió el ataque como un “asesinato a sangre fría” captado por cámaras de seguridad. Jewell, esposo y padre, falleció en el lugar; el caso ha conmovido a agencias de todo el estado.
Desde el pasado lunes, Cuballama Noticias estuvo haciendo esfuerzos para conocer la nacionalidad del agresor, per los intentos fueron infructuosos. Finalmente, la fatídica familiaridad se confirmó hace unas horas.
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En Homestead, un operativo de ICE terminó con un oficial lesionado cuando, durante una parada de tráfico, el conductor guatemalteco identificado como Henry Isaul García puso el vehículo en reversa y le golpeó la pierna “casi aplastándola”, antes de embestir autos oficiales y huir a contravía hasta chocar con una furgoneta.
🚨ICE OFFICER INJURED IN THE LINE OF DUTY:
— Homeland Security (@DHSgov) September 15, 2025
An illegal alien trying to evade arrest, put his car in reverse and hit an ICE officer in the leg—nearly crushing him.
Thankfully, the ICE law enforcement officer is in stable condition.
This is the SECOND incident in a week where an… pic.twitter.com/D25ApCsHrT
García y otros tres hombres —todos sin estatus legal— fueron detenidos tras intentar escapar a pie, señala NBC; el agente está estable. El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) remarcó en un comunicado que los cuatro quedaron bajo custodia de ICE, y vinculó este y otros incidentes recientes a un clima político que, según la agencia, ha alentado a “evadir” a la autoridad.
CBS indicó que uno de los detenidos, Rubén Sales García, ya había sido deportado de los Estados Unidos en 2007.
A lo anterior se suma un crimen atroz ampliamente difundido la semana pasada en Texas, aunque en este caso los policías que se vieron involucrados fueron aquellos que lograron el arresto: un cubano fue acusado de decapitar a la gerente de un motel en Dallas, un caso que impactó por su brutalidad y que, pese a la confusión inicial en redes sobre la ciudad, ocurrió allí y no en Las Vegas. La víctima fue identificada como Natalie Portman (no la actriz) y el sospechoso como Yordanis Cobos Martínez, de 45 años, quien enfrentará cargos de asesinato capital.
Tomados en conjunto, estos episodios pueden alimentar percepciones peligrosas sobre colectivos enteros; especialmente ahora que la retórica antiinmigrante hace cada vez más mella entre la comunidad residente en los Estados Unidos. DHS, en su comunicado, ha asegurado que las agresiones a sus oficiales han aumentado más de 1.000% y pide “bajar la retórica”, lo cual confirma la preocupación existente sobre una situación que pudiera salirse de control más adelante. Que estos casos no se conviertan en “precedente” depende de dos frentes: un sistema judicial que responda con rigor y líderes comunitarios que, sin ambages, condenen la violencia, cooperen con las investigaciones y defiendan a sus comunidades del sambenito de la generalización.
Conviene subrayar lo obvio: la inmensa mayoría de los cubanos en EE.UU. respeta la ley y trabaja por salir adelante. Pero también es cierto que cada agresión contra un agente —o un crimen de alto impacto— deja huellas en políticas, presupuestos y relaciones con las comunidades. Incluso, la semana pasada, Trump se pronunció sobre el caso del cubano en Texas.





