«Marcha del Pueblo Combatiente» pretende presionar a Biden y evitar posible catástrofe que se avecina

Havana
algo de nubes
24.2 ° C
24.2 °
24.2 °
83 %
2.1kmh
20 %
Sáb
30 °
Dom
30 °
Lun
29 °
Mar
25 °
Mié
23 °

Esta Marcha del Pueblo Combatiente diferirá de aquel desfile multitudinario ocurrido en 5ta Avenida, la Habana, el 19 de abril de 1980, en el que participó más de un millón de cubanos y reeditado luego en todo el país.

En aquella marcha participaron muchos por convicción propia (muchos de ellos actualmente viven en Miami) y se entonó la canción de Osvaldo Rodríguez hasta la saciedad. Esta vez no será así, porque Osvaldo Rodríguez ¡también se fue a vivir a Miami!

El régimen cubano ha convocado a una «Marcha del Pueblo Combatiente» este 20 de diciembre con el objetivo de ejercer presión sobre la administración saliente de Joe Biden. La maniobra, respaldada por un editorial en el diario oficial Granma, busca que el presidente estadounidense retire a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo y modifique las sanciones que han estado vigentes durante su mandato. Sin embargo, el contexto interno y externo plantea un panorama complejo, donde las contradicciones del régimen y las crecientes tensiones sociales ponen en duda la eficacia de esta estrategia.

Presión a Biden: la esperanza de último minuto

En su editorial titulado “Una marcha contra la ignominia imperial”, Granma deja claro el propósito de la manifestación: lograr, en los últimos días de Biden en la Casa Blanca, concesiones que no se alcanzaron en cuatro años. Según el diario, la permanencia de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo “es una jugada perversa de la administración Trump” que Biden podría revertir como “un paso simbólico” para demostrar decencia al cierre de su carrera política.

El régimen insiste en que las sanciones impuestas por Washington son responsables de la crisis económica que afecta a la población cubana, omitiendo las propias políticas fallidas del gobierno. Las inversiones excesivas en hoteles, el abandono de la agricultura y la industria, y la acumulación de deudas internacionales han sido factores decisivos en el deterioro del país. Pese a las críticas, el discurso oficial se centra en culpar al embargo, calificándolo como “el bloqueo más abarcador y prolongado de la historia”.

El estallido social: una bomba de tiempo

Mientras el régimen moviliza recursos para garantizar la participación masiva en la marcha, el descontento social crece a niveles alarmantes. Según un informe reciente de la ONG Justicia Cuba, se han registrado más de 70 manifestaciones desde el colapso del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) en octubre, exacerbadas por desastres naturales y la incapacidad gubernamental para atender las necesidades básicas de la población.

Las protestas, aunque motivadas por la falta de luz, agua y alimentos, también incluyen consignas políticas como “Libertad” y “Patria y Vida”. Esto refleja un divorcio progresivo entre los ciudadanos y las narrativas del castrismo, que han perdido relevancia en el imaginario colectivo. La política de “represión contenciosa”, basada en juicios y encarcelamientos selectivos, no ha logrado frenar la ola de descontento que se expande por toda la isla.

El miedo al regreso de Trump

En paralelo, el régimen enfrenta la amenaza de un posible segundo mandato de Donald Trump, cuyas políticas de “línea dura” podrían intensificar la crisis económica y política. El viceministro de Relaciones Exteriores, Carlos Fernández de Cossío, reconoció en un foro reciente que “las próximas relaciones con EE.UU. podrían ser muy complicadas”.

El temor a una mayor hostilidad externa contrasta con la retórica de resistencia del régimen. Fernández de Cossío aseguró que Cuba “sobrevivirá” a un nuevo gobierno de Trump y reafirmó la voluntad de buscar el entendimiento con Washington. No obstante, las celebraciones por el décimo aniversario del «deshielo» entre ambos países dejan entrever las expectativas incumplidas por parte de ambas naciones, y un presente marcado por la desconfianza mutua.

La contradicción interna: asfixia a las mipymes

Aunque el régimen critica las sanciones de Estados Unidos por dificultar el desarrollo económico, dentro del país implementa políticas que ahogan al sector privado. Las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), una de las pocas alternativas para mitigar la escasez, enfrentan medidas restrictivas que limitan su operatividad y crecimiento.

La Resolución 56, que obliga a las mipymes a operar exclusivamente con entidades estatales en el comercio mayorista, ha generado incertidumbre entre los empresarios privados. Estas restricciones, sumadas a topes de precios, multas excesivas y la falta de protección frente a impagos por parte del Estado, han llevado al cierre de muchos negocios. Esto no solo afecta la oferta de bienes básicos como pollo y leche, sino que también agrava la situación alimentaria de la población.

Para muchos cubanos, las mipymes representan su única opción de acceso a productos que el Estado no puede proveer. Sin embargo, el hostigamiento gubernamental amenaza con eliminar esta alternativa, intensificando la precariedad económica y social. La contradicción entre el discurso de soberanía y las políticas de control interno subraya la incoherencia del régimen.

En medio de todo el tablero están los cubanos que, imposibilitados de pagar los altos precios de los alimentos que proveen las Mipymes, y la escasez generalizada de aquellos que debería proveer el estado, se han visto obligados a mendigar en la calle.

Una Cuba de mendigos: la pobreza extrema se normaliza

En las calles de La Habana, la pobreza extrema se ha vuelto parte del paisaje urbano. Los mendigos, acompañados de estatuillas de San Lázaro y cajas de cartón para recolectar monedas, son una prueba palpable del deterioro social. El culto a San Lázaro, una figura que simboliza sufrimiento y esperanza, ha adquirido un significado aún más crítico en un contexto donde el hambre y la desesperación son moneda corriente.

Estas imágenes contrastan con la narrativa oficial, que promueve una visión idílica de la vejez a través de exposiciones fotográficas y campañas propagandísticas. La realidad, sin embargo, revela a ancianos maltratados, mendigos en sillas de ruedas y ciudadanos explorando vertederos para sobrevivir. Esta dicotomía entre la propaganda y la vida cotidiana es un recordatorio de las prioridades equivocadas del gobierno.

Los cubanos, agobiados de tanta parefernalia y excusas han logrado, tal vez, lo segundo que mejor se puede hacer: bromear con la dichosa marcha. Pero ese, es otro asunto que te recomendamos leer.

tal vez quieras leer: «Que vaya Sandro», la canción viral por la «marcha del pueblo combatiente»

¿Quieres reportar algo?

Envía tu información a: [email protected]

Lo más leído

Quizás te interese

Envíos a CUBA desde → $1.79 x LBENVÍA AQUÍ
+