El caso llevaba más de un año en silencio, archivado entre expedientes forenses, entrevistas inconclusas y sospechas que nadie terminaba de aclarar. Pero esta semana, las autoridades de Miami-Dade cerraron el círculo: Natalia Muñoz-Paulino, una joven madre hispana de 26 años, fue arrestada y acusada de homicidio en segundo grado y abuso infantil agravado tras conocerse los resultados completos de la autopsia de su hijo de nueve meses. El bebé murió en julio de 2024, pero hasta ahora no se había establecido de manera definitiva qué ocurrió dentro del apartamento de Southwest 147th Avenue aquella noche, señaló CBS News.
Los documentos revelan una escena que los investigadores describen como caótica. La llamada inicial advertía que el niño estaba inconsciente; cuando llegó el equipo de rescate, lo llevaron de urgencia al hospital Kendall, donde murió minutos antes de las once de la noche. Dos días más tarde, durante la autopsia, los forenses encontraron no solo restos de comida sin digerir, sino también elementos extraños: cáscaras de huevo y plumas en el estómago del menor, señal de que el pequeño había estado ingiriendo objetos sin supervisión. Esos hallazgos ya sugerían negligencia, pero la pieza definitiva llegó con el informe toxicológico.
Los análisis detectaron niveles letales de cocaína y metanfetamina. No fueron trazas ni contaminación ambiental: los forenses concluyeron que el bebé los había ingerido y que esa intoxicación había sido la causa directa de la muerte. En mayo de 2025, la oficina del médico forense clasificó el caso como homicidio por negligencia.
Mientras avanzaba la investigación, las declaraciones de Muñoz-Paulino generaron más dudas que certezas. Primero dijo que se quedó dormida con el niño en brazos. Luego afirmó que se había caído. Después habló de un posible ahogamiento. Incluso, según el expediente, llegó a contarle al padre del menor que el bebé se había atragantado. Su marido, que trabaja fuera del estado, aseguró haber visto drogas en la casa en ocasiones anteriores y confirmó que ella había admitido consumir cocaína y metanfetamina.
La policía también describió el apartamento como un espacio “sucio, desordenado e inseguro para niños”, con comida vieja, basura y artículos usados tirados en el piso. En un momento, los oficiales tuvieron que intervenir porque el hermano mayor del bebé estaba ingiriendo aceite para bebés sin que la madre lo notara.
