La influencer cubana Flor de Cuba volvió a encender sus redes con una crónica beauty desde Miami, ciudad a la que se mudó recientemente para abrirse paso con nuevos proyectos. En un vlog que ya corre como pólvora en TikTok, contó —a su manera directa y divertida— la odisea que vivió en un salón ruso que, según admite, la dejó “con el corazón en la boca”.
“Fui al salón a ponerme más linda y terminé con el corazón en la boca”, relató en el video. Durante dos días estuvo rastreando opciones hasta decidirse por un lugar donde trabajaran exclusivamente estilistas americanas o rusas, convencida de que serían las manos ideales para tratar el rubio: “No quería hacerlo por publicidad —explicó—, quería sentirme reina y quitarme ese tono de rubio balsera. Yo solo quería un rubio elegante, millonario, un rubio costoso”.
El servicio fue impecable —café, agua, buen trato y hasta algo de comer—, pero un gesto técnico le disparó las alarmas: “Lo primero que me asustó fue que me planchó el pelo. Eso nunca me lo habían hecho, pero pensé: ella es la experta, es rusa, tiene el cabello rubio, sabrá lo que hace”. Con las horas de proceso acumulándose, el nervio crecía. Al enjuagar, su primer pensamiento no pudo ser más gráfico: “Cuando me quitaron el tinte, pensé que parecía mierda de mono”.
El desenlace, sin embargo, la dejó encantada: “Las cosas no quedaron como pensaba, quedaron mucho mejor. Miren ese rubio, es fino, elegante, justo lo que quería. Me quitaron el amarillo y me siento feliz”. El clip superó rápidamente decenas de miles de reacciones y rozó los dos millones de visualizaciones, abriendo un animado intercambio entre profesionales del cabello y seguidoras. Hubo aplausos —“¡Ese rubio sí es de millonaria!”, “Te ves fina y preciosa”— y también advertencias: “Nunca se plancha antes de decolorar”. Flor respondió sin perder la calma: “Mi cabello no está maltratado, es afro, y así se ve naturalmente”.
Con su humor habitual, la creadora celebró el resultado y dejó un mensaje claro: más allá de la técnica y el tono, lo esencial es verse y sentirse bien. Su nuevo look —un rubio pulido, sin amarillos— sella también una etapa: la de una cubana que se reinventa en Miami, con una sonrisa, glamur y ese toque “costoso” que a ella tanto le gusta.



















