El fallecimiento del pequeño Roberto Carlos Suárez Machado, de apenas 2 años, ha conmovido profundamente a la sociedad matancera. El caso, que inicialmente fue tratado como una emergencia médica, terminó por revelar una desgarradora historia de abuso continuado.
Las autoridades del MININT han confirmado que tanto la madre del menor como su pareja están bajo arresto, señalados como responsables directos de las agresiones que le costaron la vida. Sin embargo, en las últimas horas se conoció que fue su padrastro, el autor de la brutal golpiza que lo llevó al hospital, según el periódico local Girón.
En la tarde del miércoles 16 de julio, el hospital pediátrico provincial Eliseo Noel Caamaño recibió a un menor con signos alarmantes de letargo, fiebre y dificultad para respirar. Fue ingresado de inmediato a terapia intensiva, pero desde el primer contacto clínico, los médicos notaron hematomas visibles en distintas partes del cuerpo. Aunque el diagnóstico preliminar apuntaba a un posible shock séptico, los signos de trauma encendieron las alarmas en el personal sanitario.
La doctora Anaelis Santana Álvarez, directora de la institución médica, explicó que el niño ingresó en estado grave y con indicios físicos que motivaron una evaluación más profunda. Una vez en quirófano, los cirujanos descubrieron múltiples perforaciones internas. A pesar de los esfuerzos, el menor no pudo estabilizarse tras la intervención quirúrgica y falleció en la mañana del sábado 19 de julio.
La secuencia que condujo al hospital comenzó cuando una vecina, alarmada por el estado de somnolencia del niño, insistió a la madre para que buscara atención médica. Según testimonios recogidos por Girón, la madre alegó que el niño llevaba alrededor de un día en ese estado. La aparente indiferencia y el tiempo transcurrido sin atención fueron determinantes para agravar su estado.
El MININT, que acudió al centro hospitalario tras ser alertado por el equipo médico, abrió una investigación inmediata. Las pesquisas apuntaron al padrastro como autor de la última golpiza, aunque se determinó que los episodios de violencia eran frecuentes. Ambos adultos se encuentran ahora detenidos mientras se recopilan las pruebas pertinentes para su procesamiento judicial.
El caso del pequeño Roberto Carlos no es un hecho aislado. En los últimos meses, diversos reportes han advertido sobre un incremento en los casos de violencia intrafamiliar en la isla, particularmente hacia menores. Aunque las autoridades insisten en reforzar los mecanismos de protección infantil, la realidad cotidiana evidencia fisuras profundas en el sistema de atención y prevención.
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Desde una perspectiva médica, el deterioro del niño era evidente. La evolución clínica no mostró mejoría en ningún momento y las imágenes diagnósticas confirmaron el daño interno. La doctora Santana Álvarez detalló que se realizaron exámenes de imagen y laboratorio para descartar infecciones, pero la gravedad de las lesiones internas llevó a intervenir quirúrgicamente sin demora.
Por su parte, el entorno vecinal también mostró signos de alerta ignorados. El hecho de que la situación solo saliera a la luz tras la presión de una vecina da cuenta de una convivencia marcada por la normalización del maltrato y el silencio. No se han dado detalles sobre intervenciones previas de servicios sociales, lo que deja abierta la pregunta sobre la eficacia de los mecanismos de vigilancia comunitaria.





