Álvaro Pérez Morales era un conocido socio de Fidel Castro. Fiel a su legado murió en Cuba, algo que no puede decirse de otros que han terminado viviendo con sus hijos en el extranjero
Aunque aún no se ha divulgado públicamente la causa exacta del deceso ni su fecha, el mensaje institucional y las condolencias colectivas dejan ver una pérdida sentida para los acólitos del régimen en la isla, familiares y amigos.
En las últimas horas se ha confirmado el fallecimiento en la isla de Álvaro Pérez Morales, quien se desempeñó como ministro de Transporte y Puertos de la República de Cuba entre marzo de 1997 y junio de 2003.
La noticia del fallecimiento de Álvaro Pérez Morales fue difundida por el propio Ministerio del Transporte cubano en su página de Facebook, acompañado de numerosas expresiones de condolencia de dirigentes y trabajadores del sector, entre las que, como retórica conocida de los seguidores y perpetuadores del oficialismo en el país, evocaron su compromiso, su pasión por el Ferrocarril y su legado de entrega a la causa revolucionaria.
Pérez Morales asumió el cargo en marzo de 1997, en reemplazo del general Senén Casas Regueiro, fallecido repentinamente en 1996. Proveniente del viceministerio, su nombramiento fue comunicado por la agencia EFE y reafirmado en la prensa oficial cubana como parte de una renovación ministerial en un contexto marcado por la recuperación tras el Periodo Especial.
Durante su gestión, se destacó por su cercanía con el funcionamiento práctico del transporte público y del ferrocarril, incluso recorriendo personalmente vías, talleres y estaciones; hechos que, sin embargo, no lograron solucionar el problema del transporte en el país.
En las redes sociales del Ministerio del Transporte, su fallecimiento fue despedido con cariño por trabajadores actuales y exfuncionarios: “Un hombre inteligentísimo, muy íntegro, un amante del Ferrocarril”, comentaban varios usuarios, mientras que otros recordaron cómo fue promovido directamente tras la muerte de su antecesor Senén Casas Regueiro, mostrando que “no le tembló la mano” a Fidel en su designación.
Fue ampliamente elogiado por su estilo de liderazgo «integral, sencillo y comprometido», sobre todo en un momento crítico de reorganización del sistema logístico nacional. Años después de dejar el cargo en 2003 —cuando fue sucedido por Carlos Manuel Pazo Torrado—, continuó siendo recordado por su defensa del ferrocarril y su integridad política como revolucionario fiel al Partido Comunista y a la dirección histórica de la Revolución Cubana.
Su sucesor, sin embargo, no perpetuó su legado altruista y luego de permanecer varios años alquilando para turistas la casa que le dieron en La Habana, marchó luego hacia República Dominicana, para luego de allí tomar otros rumbos, de los que en algún momento se hablará.
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