Esta cubana dio a luz en una Yutong y tuvo tan buena suerte que…

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En Cuba ya casi nada sorprende, pero hay escenas que igual dejan a medio mundo con la boca abierta. Un video que circula en redes sociales muestra a una joven cubana dando a luz en plena guagua Yutong, en lo que sería la ruta entre La Habana y el Segundo Frente, a bordo del ómnibus 3252. No hay sala de parto, no hay incubadoras, no hay médico de guardia; hay pasillos estrechos, asientos reclinables y un grupo de pasajeros que de pronto pasan de ser viajeros cansados a testigos directos del milagro de la vida.

Según el relato compartido por el conocido internauta identificado como Edmundo Dantés Junior, la muchacha comenzó a sentir los dolores de parto en medio del trayecto. No hubo tiempo de llegar a un hospital ni de esperar a una ambulancia.

La diferencia entre el caos y la tragedia la marcó un detalle de suerte: entre los pasajeros viajaba personal de la salud, enfermeras que no dudaron en intervenir. Sobre el piso de la guagua, improvisando con lo que había a mano, ayudaron a la madre a dar a luz. Al llegar a Sancti Spíritus, tanto ella como la recién nacida fueron entregadas a la atención hospitalaria.

Los comentarios al video mezclan ternura, alivio y rabia. Algunos celebran el “milagro de la vida” y el profesionalismo del personal sanitario que no dejó sola a la muchacha. Otros apuntan a lo que revela la escena: un país donde una mujer a término se sube a una guagua de larga distancia porque no hay otra opción, y termina pariendo sobre el piso de un ómnibus porque el sistema no le ofreció algo tan básico como una ambulancia a tiempo. Una usuaria lo resumió con crudeza harto ya conocidas las condiciones higiénicas que imperan en los hospitales cubanos: “Es mejor parir en un bus que en un hospital en Cuba. Tristemente”.

No es la primera vez que el transporte cubano se convierte en escenario de emergencias médicas resueltas a fuerza de solidaridad.

En marzo de 2024, nuestro portal Cuballama recogía la historia de un chofer de ómnibus en La Habana que desvió su ruta para llevar de urgencia a una embarazada con dolores de parto hasta el hospital; el padre de la joven agradeció públicamente el gesto porque gracias a esa decisión su hija llegó a tiempo y pudo dar a luz sin complicaciones.

Fuera de Cuba, las historias de alumbramientos en tránsito suelen tener otro desenlace simbólico. Cuando un bebé nace en pleno vuelo, no es raro que la aerolínea convierta el suceso en campaña de relaciones públicas. Aeroméxico regaló 90 vuelos al niño que nació en uno de sus aviones durante el aniversario 90 de la compañía; otras aerolíneas han llegado a ofrecer viajes gratis de por vida o millas suficientes para recorrer medio planeta al menor nacido a bordo. Aunque los expertos recuerdan que se trata de gestos excepcionales y no de una regla, los casos se repiten cada cierto tiempo en la prensa internacional.

Los casos son raros y cuando suceden – o digamos comienzan a suceder – lo primero que se hace es pedir por el altoparlante del avión si existe a bordo algún médico, enfermera o personal de la salud que pueda auxiliar a la parturienta. Si es raro es el hecho, menos raro – aunque también – lo es que no haya alguien o que haya una persona a bordo que sepa cómo proceder en estos casos.

Más raro aún es lo que le sucedió a Lavinia “Lavi” Mounga, una estadounidense que en 2021 abordó un vuelo de Delta entre Salt Lake City y Honolulu sin imaginar que daría a luz a las 29 semanas… y mucho menos que en ese mismo avión viajaba, como si fuera el guion de una película, ¡un médico y tres enfermeras de cuidados intensivos neonatales!, según lo cuentan medios como The Guardian, y el propio hospital donde estos trabajaban.

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Mounga no sabía que estaba embarazada, pero entró en parto a mitad de vuelo. El Dr. Dale Glenn y las enfermeras Lani Bamfield, Amanda Beeding y Mimi Ho —todas especialistas en bebés prematuros— improvisaron una sala de parto en el pasillo del avión usando cordones de zapatos para cortar y ligar el cordón umbilical, botellas de agua calentadas en el microondas para mantener la temperatura del recién nacido y hasta un Apple Watch para monitorear sus signos vitales. Mantuvieron con vida al pequeño Raymond durante las tres horas restantes del viaje hasta el aterrizaje en Honolulu, donde finalmente el bebé fue trasladado a un hospital.

Ese episodio dio la vuelta al mundo porque parecía imposible que una emergencia tan delicada coincidiera con el único escenario donde, por pura suerte, viajaba un equipo capaz de manejarla. Y también porque muchas aerolíneas, como hizo Delta en este caso, cuando estos “milagros en el aire” ocurren, terminan recompensando a la familia: desde vuelos gratis por años hasta millas suficientes para viajar medio planeta. Es una lógica que reconoce no solo lo extraordinario del hecho, sino el riesgo que implica dar a luz en un espacio donde no debería ocurrir jamás.

En Cuba, la niña que vino al mundo sobre el piso de la Yutong 3252 no tendrá millas acumuladas ni pasajes garantizados, pero bien podría ser la primera en recibir un reconocimiento más allá de los aplausos en Facebook. En un país donde moverse de una provincia a otra se ha vuelto una lotería, no sería descabellado que el ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, apareciera al menos para anunciarle algo tan simple como transporte gratuito de por vida, para ella y su madre, en la red de ómnibus nacionales. Sería un gesto pequeño frente a los enormes problemas del sector, pero una señal de que el Estado entiende que no es normal que una cubana tenga que parir en la guagua camino a casa.

Por ahora, lo único seguro es que, cuando a esa niña le pregunten en la escuela en qué hospital nació, tendrá una respuesta digna de crónica: “Yo nací en una Yutong, en la carretera”. Y detrás de la anécdota quedará lo esencial: la destreza de una enfermera, la cadena de manos que se tendieron en medio del pasillo y la certeza incómoda de que, en la Cuba de hoy, incluso un nacimiento puede convertirse en metáfora del país entero.

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