La versión 23 del anteproyecto para el nuevo Código de las Familias en la Isla presentó la anulación del matrimonio entre menores de edad, lo cual se contemplaba en la anterior legislatura desde 1975.
El documento actual, sometido a debates, establece en su artículo 200 que “la capacidad de las personas para formalizar matrimonio se alcanza a los 18 años de edad” y aclara que no se contempla ninguna excepción.
Solo en el año 2020 el país registró la unión matrimonial de 656 niñas y 89 niños, según datos aportados por el Anuario Demográfico de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información.
La Unicef por su parte, lo considera como una violación a los derechos infantiles. Mientras que muchas organizaciones feministas lo creen un marcador fundamental en la violencia y la desigualdad de género, pues en la mayoría de los casos las niñas casadas ven truncado su futuro profesional y desarrollo social.
La plataforma @YoSiTeCreoCuba celebró desde las redes el fin de esta ley matrimonial y lo definió como “un logro del activismo feminista independiente”, sobre todo a partir del trabajo acumulado con la campaña colaborativa #FinAlMatrimonioInfantil.
Sin embargo, medios de prensa oficiales como Cubadebate, reportaron el hecho como resultado del análisis y las consultas especializadas en instituciones y organismos sociales de todo el país, así como de las opiniones recogidas entre la población.
Al tiempo que la Vicepresidenta de la Unión de Juristas de Cuba, Yamila González Ferrer, declaró que en la toma de decisión para la nueva legislatura habían resultado esenciales lo estudios hechos por todo el país, los cuales demostraron lo nocivo de ese tipo de unión formal ante la ley; una situación que ya los movimientos feministas y los activistas en redes sociales venían denunciando desde el año anterior.
Uno de estos usuarios en twitter, @unguajirocubano, aseguraba que el matrimonio infantil era una forma más de violencia. “El estado es responsable de ello, y el encargado de ponerle punto final”, agregaba.
Con la pasada ley vigente en el país, los casos más frecuentes de matrimonios infantiles eran de niñas con embarazos no deseados y obligadas por sus padres y por la familia a casarse, sin pensar en las consecuencias; así como otras jovencitas convencidas de hacerlo con hombres que duplicaban su edad, en busca de mejoras económicas.
Hasta este momento solo unos pocos países de América Latina han considerado la erradicación del matrimonio infantil. Según Oscar Silvera Martínez, Ministro de Justicia, el nuevo Código de las Familias Cubanas es una moderna expresión de “nuestro estado socialista de derecho y justicia social. Diverso, no discriminatorio, que sitúa el efecto en lo más alto de los valores familiares. Educativo, de sumas y multiplicaciones, alternativas, opciones y protección”.
