El presentador dominicano Danny Pérez, mejor conocido en redes como Destino Positivo, volvió a demostrar por qué su estilo directo lo ha convertido en una voz influyente entre la comunidad cubana en Miami. En el más reciente episodio de su pódcast de farándula “Destino Tolk”, respondió sin rodeos a quienes lo vinculan con Sandro Castro, nieto del fallecido dictador Fidel Castro.
El ruido comenzó cuando Sandro aseguró públicamente haberlo llamado por teléfono. La reacción de Destino no se hizo esperar: “Estoy en paz conmigo mismo. Pueden señalarme de boca para afuera, pero una conversación nadie puede encontrarme. Sandro Castro no es amigo mío, nunca he hablado con él, ni una palabra. Nada que esconder, nada de qué arrepentirme, porque tengo más dignidad y más valores que todos los que están hablando de mí”.
El dominicano, cuya trayectoria en redes se ha caracterizado por declaraciones sin filtros, quiso cortar de raíz cualquier especulación. Y fue más allá: “Se quieren agarrar de personas que no tienen nada que ver con el sistema que hay en Cuba. A mí van a tener que tumbarme con contenido. Atención Donald Trump, atención Marco Rubio, atención María Elvira: mi teléfono se los puedo entregar a ustedes por un año, no tengo nada que esconder”.
El cruce de declaraciones no pasó inadvertido. Semanas atrás, Sandro apareció junto al youtuber cubano Jesús Cazorla y lanzó un mensaje que levantó cejas: “Oye, Destino, te llamé asere, te descargamos, mi hermano”. Esa frase, aparentemente casual, bastó para que en redes sociales se dispararan comentarios de todo tipo.
Mientras algunos interpretaron el gesto como un simple guiño amistoso, otros lo vieron como una estrategia de Sandro para ganar visibilidad en el ecosistema digital cubano, donde en los últimos meses ha buscado notoriedad con entrevistas y hasta incursiones en la música urbana.
La reacción de Destino, lejos de suavizar el asunto, lo endureció aún más. Sus palabras reafirmaron la postura que lo ha caracterizado: no teme al choque y se coloca siempre en el centro del debate con una narrativa cargada de frontalidad. Esa misma actitud le ha valido seguidores fieles y detractores declarados, un equilibrio común en figuras que viven de la exposición mediática.
En la escena de Miami, donde la política cubana y la farándula suelen entremezclarse, este episodio ilustra cómo una simple mención puede generar polémica. La figura de Sandro Castro sigue siendo un punto sensible dentro de la diáspora, y cualquier acercamiento, real o supuesto, despierta suspicacias.
