Cuando Jeffrey Epstein salió de la cárcel de Florida en 2009, tras declararse culpable de solicitar prostitución a una menor, muchos esperaban que su nombre quedara marcado para siempre. Lo que revelan los miles de correos divulgados esta semana por el Comité de Supervisión de la Cámara muestra algo distinto: el escándalo apenas erosionó su influencia entre élites políticas, empresariales y académicas que, durante una década, siguieron rondando al financiero como si nada hubiese pasado.
Los documentos ofrecen un retrato íntimo de cómo funcionaba esa red global, heterogénea y políticamente transversal, recoge MSN. Se ven mensajes breves, a menudo mal escritos, pero cargados de confianza. Desde el académico liberal Noam Chomsky hasta el estratega conservador Steve Bannon, pasando por magnates tecnológicos y diplomáticos de Medio Oriente, todos aparecen conversando con Epstein sobre giras, precios del petróleo, rumores políticos o simples chismes de la semana.
En 2018, por ejemplo, Epstein asesoraba a Bannon sobre su ofensiva política en Europa, intercambiando comentarios que iban del entusiasmo a la planificación estratégica. En paralelo, enviaba a Kathryn Ruemmler, exconsejera de la Casa Blanca bajo Barack Obama, opiniones mordaces sobre Donald Trump, de quien decía que era “peor en persona y de cerca”, y que, por ejemplo, «knew about the girls», que fue a la postre lo que lo llevó a la cárcel.
En sus círculos de riqueza, Epstein también mantenía el trato con figuras como el inversionista Peter Thiel o el empresario emiratí Sultan Ahmed bin Sulayem, con quienes coordinaba encuentros, viajes y presentaciones. Aun cuando algunos buscaban favores tan simples como estrechar la mano del entonces presidente Trump, Epstein actuaba como intermediario dispuesto a “organizar líderes” para reuniones privadas. Y todo eso, desde la cárcel.
El flujo de correos con académicos abría otra ventana. Laurence Krauss le pedía consejo para responder a reporteros sobre acusaciones de acoso; Chomsky discutía modelos financieros y aceptaba invitaciones a usar residencias en Nueva York o Nuevo México. Incluso Larry Summers, exsecretario del Tesoro y expresidente de Harvard, intercambiaba mensajes que oscilaban entre el análisis político y una camaradería incómoda a la luz de lo que luego se supo.
Ninguno de los correos vincula directamente a esos contactos con los crímenes por los que Epstein fue nuevamente acusado en 2019, antes de suicidarse en prisión. Pero sí exhiben la amplitud de un entramado que, pese a su historial como depredador sexual registrado, siguió considerándolo una pieza útil dentro de las altas esferas durante casi una década.
